sábado, 28 de febrero de 2015

LA RESTAURACIÓN DE LAS TRADICIONES FUNDACIONALES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO DE ORO

Foto de Manolo Fernández.
Lupercio Leonardo de Argensola

LA REFUNDACIÓN DE NUESTRAS IDENTIDADES LOCALES EN LOS SIGLOS XVI Y XVII


Manuel Fernández Espinosa
 
 
Muy pocos son los estudios que se han dedicado a la reconstrucción del discurso identitario de nuestras localidades, antiguos reinos (actuales provincias) y, en definitiva, a la comprensión global de lo que, como españoles en general, somos. Este es uno de los quehaceres que, sin que falte documentación, quedan por hacer; y mucho ganaríamos si lo hiciéramos, pues superando la ramplonería mental de nuestros días, estaríamos en vías de comprender lo que es España y nuestros compatriotas superarían esos lugares comunes que disparatadamente hablan de España como si hubiera nacido en 1812 (con la Constitución de Cádiz) o en 1978 (con la Constitución actualmente vigente), prescindiendo de enfoques parciales y errados.
 
En la formación de estas identidades desempeñan un papel crucial los humanistas españoles de los siglos XVI y XVII, también los del XVIII. A modo de ejercicio práctico, vamos a reconstruir uno de esos casos locales en los que podremos percatarnos de lo que decimos.
 
Hemos hablado de San Eufrasio de Iliturgi. Ya dijimos en su momento que la antigua Iliturgi no corresponde a Andújar (Jaén), como creyeron aquellos hombres del XVII y hasta hoy mismo creen algunos. Pero, al margen de ese error de localización, penetremos ahora en los sucesos que sirvieron para formar la identidad de Andújar.
 
El año 1571, el andujareño D. Juan del Caño, a la sazón canónigo y catedrático de Escritura de León (más tarde lo sería en Santiago de Compostela y Salamanca), se interesó por la devoción que los leoneses mostraban a San Eufrasio Obispo, yendo en peregrinación los leoneses y otras gentes de los contornos a Valdemao (en el reino de Galicia) cada 15 de mayo. Interesado por aquel particular, revolvió libros y descubrió que San Eufrasio no era otro que uno de los siete varones apostólicos, que había sido Obispo de Iliturgi, en el Reino de Jaén. En la creencia de que Iliturgi era Andújar, el pueblo de D. Juan del Caño, éste -tras apuntalar los argumentos- envía una carta al Cabildo Eclesiástico y otra al Cabildo Seglar de la ciudad de Andújar, informándoles de que ha localizado la tumba de San Eufrasio; pues aunque San Eufrasio había sido enterrado en el martyrium sobre el cual edificó Sisebuto la basílica martirial, sin embargo -en tiempos de la invasión islámica- los cristícolas autóctonos habían transportado el santo cuerpo a Galicia, para ponerlo a salvo de cualquier eventual profanación a manos de los muslimes. Nos lo cuenta, mejor que nadie, el poeta aragonés Lupercio Leonardo de Argensola, en sus tercetos dedicados "En las fiestas que la ciudad de Andújar hizo cuando le fueron restituidas las reliquias de San Eufrasio":
 
"Las reliquias sagradas, las ofrendas
de los templos los fieles escondían,
dejando al moro en cambio sus haciendas.
 
A los ásperos montes subían,
y pudieran moverlos, según era
la fe con que su amparo les pedían.
 
Galicia te ganó desta manera,
Andújar, de tu Eufrasio el cuerpo santo,
y hoy devota le guarda y le venera."
 
 
En las cartas que cursó a los cabildos andujareños, D. Juan del Caño les invitaba a erigir a San Eufrasio como Patrón de Andújar. Y así lo hicieron las autoridades eclesiásticas y municipales.
 
Cinco años más tarde: el día de San Lucas del año 1576, se cantó la primera misa en un templo que la ciudad de Andújar dedicó a San Eufrasio. Predicó el mismo D. Juan del Caño y se fundaba la Cofradía: las gentes empezaron a bautizar a sus hijos con el nombre de Eufrasio. Eran los primeros pasos
 
En un segundo momento sería el también andujareño D. Francisco Terrones, predicador de Felipe II, el que -en conversación con Fray Pedro Barba, abad de San Benito el Real de Valladolid y General de los benedictinos- tuvo la ocurrencia de solicitar una santa reliquia de San Eufrasio, para llevarla a Andújar. Realizadas las diligencias protocolarias, logrado el permiso de Felipe II y de las autoridades eclesiásticas, se obtuvo la gracia de aquella reliquia y, de ese modo, el 11 de mayo de 1597, Andújar recibía la reliquia de San Eufrasio en un ambiente de multitudinario júbilo y religioso orgullo.
 
La literatura homilética y la poesía sirvieron para dar a conocer y concienciar a los andujareños de todos los estamentos sociales, de un hecho que había pasado desapercibido durante siglos y siglos, desde que los restos mortales de San Eufrasio habían sido evacuados del territorio español ocupado por los mahometanos. Poetas de toda España se aplicaron a ensalzar las fiestas locales que se hicieron por la restitución de la sagrada reliquia, además de Lupercio, su hermano Bartolomé Leonardo de Argensola también puso su musa al servicio de este acontecimiento.
 
Al margen del equívoco toponímico que confundía Iliturgi con Andújar, lo cual no nos parece decisivo para lo que queremos mostrar, lo interesante en este caso de San Eufrasio y Andújar es comprender que, con hallazgos de noticias de mártires de los primeros siglos cristianos, los pueblos de España fueron recobrando una tradición fundacional que servía para cohesionar la comunidad de vecinos y feligreses alrededor de un santo que prestigiaba la cristiandad local. El caso de Andújar nos pone de relieve que las elites humanistas contrarreformistas españolas hicieron un gran servicio a la consolidación de las identidades locales, investigando la historia local y divulgando entre las gentes el conocimiento que habían alcanzado. 
 
El caso de Andújar no es el único, podríamos citar muchos otros: como el caso del descubrimiento de las reliquias de los mártires Santos Bonoso y Maximiano, con las de muchos otros mártires, en Arjona en 1628. Y esto no era, como afirman algunos, una cuestión que exclusivamente ocurriera en los pueblos de las Andalucías, por existir -dicen ellos- en Andalucía por aquellas fechas un desapego y tibieza religiosas muy generalizados. En Aragón y en otras partes de España sucedió algo parecido a lo que hemos contado del caso de Andújar, aunque en cada lugar se hiciera en las condiciones que imponía la situación.
 
De lo que se trataba, en último término, era de reconquistar y restaurar España espiritualmente (al igual que se había reconquistado por las armas en los siglos de guerra divinal.) Era la construcción de nuestras identidades locales, sobre el basamento fundacional de las primeras cristiandades hispánicas en la Península Ibérica. 
 
"Pero baste, oh canción, que Eufrasio agora
otros himnos escucha; tú conmigo,
con la devota multitud, te humilla,
y de lejos la santa prenda adora;
que vuelve a su sepulcro y a su silla,
y lo visita con semblante amigo,
de la misma manera
que fénix renacida,
si vuelve a ver la consumida hoguera
que con fecunda muerte le dio vida."
 
Bartolomé Leonardo de Argensola, "En la restitución de una reliquia a la ciudad de Andújar"
 

viernes, 20 de febrero de 2015

LA SOCIEDAD "SECRETA" DE LOS "CONCEPCIONISTAS"



¡Oh, Admirable Sacramento
De la gloria dulce prenda,
Por los siglos de los siglos,
Tu nombre alabado sea.
Y la Pura Concepción
Del Ave de gracia llena,
Sin Pecado Original
Por siempre alabada sea.
 
(Oración manuscrita, del siglo XVIII) 


LA SOCIEDAD "SECRETA" DE LOS CONCEPCIONISTAS

Manuel Fernández Espinosa

Puede encontrarse aquí y allá menciones esporádicas y aisladas de una supuesta sociedad secreta española que, bajo el nombre de los "Concepcionistas", actuó durante el siglo XIX formando en las filas de lo que llamaríamos los "apostólicos" (que constituirían una de las facciones ideológicas partidarias de D. Carlos María Isidro de Borbón). Sin embargo, poco más se dice de estos "Concepcionistas". En otro artículo mío he apuntado que su constitución como sociedad se remonta al siglo XVI. En mi archivo personal conservo, por herencia, algunos manuscritos que pueden arrojar luz sobre este asunto.

Para comprender la actividad de esta asociación hay que tener en cuenta que, ni siquiera en los mejores tiempos, la Santa Inquisición pudo extirpar la herejía, el criptomahometanismo y el criptojudaísmo; de suerte que no son pocos los casos que pueden registrarse durante los siglo XVI, XVII y XVIII de atentados cometidos por grupos de falsos conversos y herejes en España, lo cual podría asombrar a quienes se figuran que España vivió en una especie de totalitarismo católico bajo la vigilancia de la Inquisición: nada más lejos de la realidad a la luz de la virulencia que las profanaciones y sacrilegios alcanzaron en aquellos tiempos, por más que la Santa Inquisición los sofocase con el brazo secular.
 
Es cierto que el Santo Oficio rindió un enorme servicio en la guardia de la ortodoxia católica de nuestra Monarquía española, pero el enemigo estaba dentro: se había bautizado por conveniencias y actuaba con alevosía y nocturnidad. Así fue como, por ejemplo, el jueves santo del año 1640 un desalmado sin identificar colocó a las puertas del Cabildo de Granada unos pasquines injuriosos contra la Pureza de María Santísima. Estos pasquines provocaron la reacción del clero, de la nobleza y del piadoso pueblo cristiano que sintió como un agravio propio las injurias de aquellos papeles anónimos. Y fue ese mismo pueblo el que exigió a la Santa Inquisición que interviniera, identificara y castigara severamente al atrevido provocador.

Las noticias cundían y en muchas ciudades y villas se hicieron públicos desagravios a la Inmaculada Concepción de María por este ultraje cometido en Granada. Una de esas villas fue la de Martos, como bien documentó nuestro inolvidable maestro Fray Alejandro Recio Veganzones O.F.M. con su artículo "Certamen poético celebrado en defensa y desagravio de la Pureza Inmaculada de María, en la ciudad de Martos en el año 1640". Pero el caso de Granada no era un caso aislado. Por esos años, la controversia sobre la Purísima Concepción era uno de los asuntos que suscitaba las más fogosas polémicas. Cuando en España llegó la noticia de que en Roma se prohibía por las autoridades eclesiásticas que se imprimiesen las expresiones de "Inmaculada Concepción" en cualquier impreso, el Rey de España intervino, con el apoyo de la inmensa mayoría de sus regnícolas, logrando que Alejandro X levantara la prohibición susodicha; en ello tuvo un gran papel el Arzobispo de Toledo, D. Baltasar de Moscoso y la embajada española capitaneada por el franciscano Fray Francisco de Guerra.
 
La Monarquía española seguía fiel a su tradición que, desde el XI Concilio de Toledo con el rey visigodo Wamba, venía defendiendo en España la Purísima Concepción de María. Nuestros reyes habían sido grandes paladines de esta verdad: Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, Carlos I de España, Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II... (Hasta un "ilustrado" como Carlos III) fueron muy devotos de esta advocación, haciendo suyo el imperativo de defender la Pureza Original de María.
 
En la segunda mitad del siglo XVII, la controversia teológica fue toda una batalla en el catolicismo: los más denodados defensores de la Purísima fueron los franciscanos y en el seno de la Orden Tercera franciscana es donde cabe hallar el foco de los que serían conocidos como "Concepcionistas": grupos de devotos que se juramentaban a defender celosamente con sus propias vidas el honor de la Inmaculada Concepción de María. Fue en esos tiempos (aunque el saludo viene de tiempos inmemoriales) cuando se generalizó en España el saludo tradicional:
 
-Ave María Purísima.
 
-Sin pecado concebida.
 
En algunas poblaciones los "Concepcionistas" habían formado sus propias cofradías públicas, por lo que es demasiado pretencioso denominarle "sociedad secreta" a esta red que cubría prácticamente toda España. Pero lo que sí pudo mover a calificar como "sociedad secreta" a una organización como ésta fue la labor que sus miembros realizaban como "familiares" del Santo Oficio de la Inquisición. Tras la abolición de la Suprema perseveraron en defender, fieles a su juramento, la Inmaculada Concepción de María Santísima y pugnaron por restaurar la Santa Inquisición para impedir los agravios a la Purísima Concepción. Es comprensible que, tras la proclamación del dogma, los "Concepcionistas" se disolvieran.
 
El 8 de diciembre de 1854, con la "Ineffabilis Deus", la Inmaculada Concepción de María fue proclamada como dogma. España fue su más acérrima defensora.

miércoles, 18 de febrero de 2015

LA BASÍLICA MARTIRIAL DE SAN EUFRASIO

Foto de Manolo Fernández.
Santa Potenciana y San Eufrasio
 
 
SOBRE LA BASÍLICA MARTIRIAL DE SAN EUFRASIO EN ILITURGI
 
Manuel Fernández Espinosa
 
Nos cuenta San Eulogio que, en el año 618, el rey Sisebuto mandó erigir, sobre la tumba de San Eufrasio, una Basílica Martirial:
 
"...en tiempos del emperador Heraclio, séptimo año de su imperio, corriendo la Era 656; en este tiempo el obispo Isidoro de Hispalis sobresale en la doctrina católica, y Sisebuto ocupa el trono regio en Toledo. Cerca de la ciudad de Iliturgi es edificada la iglesia de San Eufrasio sobre su sepulcro. Asismismo, en Toledo, se trabaja en el imponente templo de Santa Leocadia, bajo las órdenes del susodicho rey".
 
"...tempore Heraclii imperatoris anno imperii eius septimo currente Era DCLVI. In hoc tempore Isidorus Hispalensis episcopus in catholico dogmate claruit et Sisebutus Toleto regale culmen obtinuit. Ecclesia beati Euphrasii apud Iliturgi urben super tumulus eius aedificatur. Toleto quoque beatae Leocadiae aula miro opere iubente praedicto principe".
 
(San Eulogio, Liber apologeticus martyribus, XVI)
 
Sin embargo, el P. Flórez llegó a copiar una inscripción en su tomo XII de la "España Sagrada" en la que se hacía constar que esta basílica levantada sobre la tumba del varón apostólico fue erigida el año 627, reinando Suintila. Parecería que la inscripción registrada por el P. Flórez en el siglo XVIII contradijera el testimonio de San Eulogio, pero teniendo en cuenta que: 1) Sisebuto falleció el año 621; 2) Que le sucedió en el trono su hijo Recaredo II, pero que éste murió tras unos días de reinado y que 3) El efímero Recaredo II fue sucedido en el trono por Suintila, que reinó hasta el 631: debiéramos pensar que, en tiempos de Sisebuto se echaron los cimientos de la Basílica Martirial de San Eufrasio y que ésta fue concluida bajo el reino de Suintila.
 
Sisebuto destacó en su reinado por su celo catolicísimo: hizo cumplir las leyes que Recaredo había promulgado, para liberar y exonerar a los cristianos de la ominosa esclavitud a la que los sometían los judíos. Las leyes de Recaredo no habían sido cumplidas por los antecesores de Sisebuto, pero éste se aplicó a fondo para que ningún cristiano de su reino pudiera ser esclavo de judíos que, por lo que se infiere, eran esclavistas. En su celo por dignificar la vida religiosa no hubo ni un regateo; asesorado por su maestro Isidoro de Sevilla, Sisebuto puso orden en el episcopado hispano. Cuando el obispo Cecilio de Mentesa* expresó su deseo de recogerse en cenobio, Sisebuto le envió una carta en la que le impedía fugarse de sus obligaciones episcopales, con durísimas palabras: "no deja de admirarme -le decía el rey- que, en vez de corregir el mal que precisamente has cometido, quieras ser feliz a costa de la felicidad y del bien de muchos", en la epístola le ordenaba comparecer ante su presencia y la de otros obispos, para meterlo en cintura de tú a tú. A Eusebio obispo de Tarragona le reprochaba, en otra carta, que perdiera el tiempo en el teatro, en vez de dedicarse a su misión apostólica. Era un monarca piadoso que no transigía con debilidades. No nos quepa duda: Sisebuto fue uno de los más grandes reyes visigodos.  
 
Desde muy antiguo (y todavía sin erradicar, pese a los hallazgos epigráficos) hubo un error toponímico que hacía pensar que la arcaica Iliturgi se identificaba con Andújar. Este error, todavía mantenido vulgarmente, hizo pensar a muchos historiadores andujareños que en la Basílica martirial de San Eufrasio ("apud Iliturgi"), edificada por Sisebuto, se daba culto inmemorial a la imagen que hoy se venera en Sierra Morena bajo la advocación de Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis de Jaén. Aunque podemos hallar referencias en historiadores del siglo XVII, podemos citar este pasaje de D. Francisco Trigueros Engelmo que, en su libro "La Virgen de la Epopeya" (1948), resume esta tradición así:
 
"Afirma la tradición que San Eufrasio fué el portador de la imagen que se apareció en el cerro llamado "Cabeza"; que, hecha cristiana Andújar por su constante predicación y sede episcopal, fecundada por su sangre, en esta ciudad dejó los recuerdos que de Roma trajo, y que en las capillas levantadas al Santo, se veneró la imagen bendita, y cuando en el año 618 de la Era cristiana el Rey godo Sisebuto le hizo grande y suntuoso Templo, es de suponer que en él recibió ya culto la Virgen Madre de Dios en esa imagen que tan bien guardaron nuestros antepasados".
 
Con la invasión sarracena, la imagen de la Virgen sería escondida por los cristícolas en la fragosidad de Sierra Morena, hasta su aparición y descubrimiento en tiempos de la reconquista. Las reliquias de San Eufrasio, por su parte, también serían puestas a buen recaudo, trasladándose a la provincia de Lugo para evitar las profanaciones a las que sometían los mahometanos el sepulcro del varón apostólico.
 
La arqueología ha establecido que la correcta localización de Iliturgi no hay que hacerla en Andújar, sino en los parajes de la llamada Encomienda de Maquiz o Cerro Maquiz, en el actual término municipal de Mengibar, donde por cierto se levanta en el día de hoy una devota y antigua ermita consagrada a Santa María Magdalena, ermita cuya antigüedad ya documentan autores como Rus Puerta o Jimena Jurado (ambos escribieron en el siglo XVII).
 
No sabemos de ninguna exploración arqueológica de envergadura realizada en el Cerro Maquiz, con el propósito de descubrir la antiquísima Iliturgi. Si algún día se realizara una excavación exhaustiva en Cerro Maquiz, muy probablemente, cerca de él (¿tal vez bajo la misma ermita de la Magdalena?), pudieran descubrirse los vestigios de la Basílica martirial que levantó Sisebuto. Pero, bien nos consta a nuestro pesar, que el dinero público empleado en España para excavaciones arqueológicas, siempre tiene otros destinatarios que no son, precisamente, los yacimientos visigodos.
 
 
 
 
* En su libro "Los godos en España", del historiador Edward Arthur Thompson (por muchos conceptos encomiable) hay que corregir al autor británico que cuando se refiere a Cecilio de Mentesa equivoca "Mentesa" con "Montiel", cuando la epigrafía tiene sobradamente demostrado que Mentesa corresponde a la actual ciudad de La Guardia (Jaén).

lunes, 16 de febrero de 2015

CONTRA LAS ESOTERÍAS DE AFICIONADOS


 
 

 
 
LECCIÓN DE ARTE CATÓLICO EXPLICADA PARA DILETANTES
 
Dedicado a Pilar y Estíbaliz, en su cumpleaños.
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
El mundo de las grandes editoriales constituye todo un gran fiasco para quien pretende aproximarse a los enigmas del simbolismo tradicional. Los libros en los que se presume que se hallarán respuestas, no contienen otra cosa que fruslerías. Los "iniciados" han encubierto su acción bajo una montaña de papel que, anunciando el desvelamiento de sus "secretos", no hace otra cosa que ocultarlos en lo profundo bajo medias verdades, embolismos y patrañas. Entre el papelamen malgastado en esta operación de ocultamiento juega un papel principal las novelas: "El Código Da Vinci", de Dan Brown; "La conspiración de los herejes", de Jonathan Rabb o "El apóstol número 13", de Michel Benoît son algunos de los superventas que se nos vienen a las mientes. Pudiéramos decir que antes del éxito mundial de "El Código Da Vinci", en España fue nuestro Juan Eslava Galán el pionero de este género. Siete años antes de lanzar "El Código Da Vinci" (novela de Dan Brown publicada por la editorial Random House en 2003), la editorial Planeta publicaba el año 1996 la novela titulada "La lápida templaria" (y bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox su autor no era otro que Juan Eslava Galán).
 
Si leemos "La lápida templaria" podemos aventurar que Dan Brown no es otra cosa que un epígono. Juan Eslava Galán escribe toda una vertiginosa novela donde se combina la particular interpretación del autor sobre algunos episodios de la historia provincial de Jaén (el autor es de Arjona) con asuntos que, aunque no se identifican, proceden del esoterismo francés: un objeto legendario (aquí la Mesa de Salomón) es buscado afanosamente por varios grupos interesados en poseerlo. Vemos, pues, que poco importa si se trata del Santo Grial o de la Lanza de Longinos, el caso es hacer que un Indiana Jones (a lo español, fumando ducados) busque entre olivos lo que todos tratan de conquistar.
 
Sin embargo, en su conjunto este tipo de enredos literarios, so pretexto de la "licencia poética", presenta algunas clamorosas barbaridades que el lector medio acepta acríticamente por carecer de elementos culturales para localizar los errores o las mixtificaciones que el autor de turno (Eslava Galán, Brown o el que se tercie) cuele a discreción en su narración. Abrimos "La lápida templaria" y, así al albur, nos encontramos con este pasaje.
 
"ALEGORÍA DE ALCALÁ, en casa de los Aranda, finales del XVI: es San Pedro con tiara, Cristo muerto en sus brazos y un ave sobre el hombro: Pedro es el Mesías que habla el lenguaje de las aves, también la madre de Cristo (Piedad)...".
 
No hemos visto la alegoría que refiere Eslava Galán (Nicholas Wilcox), pero la descripción es de suyo sorprendente: ¿San Pedro con tiara sosteniendo en sus brazos a Cristo exánime? ¿San Pedro con tiara con un ave sobre el hombro? ¿San Pedro es el Mesías "que habla el lenguaje de las aves"? ¿San Pedro es la "madre de Cristo" (Piedad)?". Esto suena a galimatías que hay que descifrar para poner las cosas en su sitio.
 
En principio, es cierto que en Alcalá la Real se asentó el linaje de los Aranda, cuya prosapia se remonta al hijodalgo castellano Don Romero (que tenía su morada en las cercanías de Aranda del Duero). Un descendiente de este hidalgo tuvo que venirse a Martos, tras asesinar a otro en las banderías que dividían en discordia a la vecindad de Aranda de Duero y de éste arranca la casa de los Aranda que se establecieron en Alcalá la Real tras su reconquista. En el siglo XVI no es de extrañar que estos hidalgos levantaran casa y la decoraran vistosamente, según los gustos artísticos de la época en la que prevalecían los motivos religiosos.
 
Por eso no es de extrañar que, conforme a la hacienda y nobleza de los Aranda, existiera algún cuadro, relieve o escultura que mostrara, en efecto, a Cristo en brazos del Padre Eterno (y no, como quiere Nicholas Wilcox, de San Pedro): es un asunto muy tratado por los genios pictóricos de la época, así José de Ribera (1591-1652), pinta una Trinidad, aunque Dios Padre no lleva la tiara; Dios Padre sí lleva la tiara en la Trinidad de Doménikos Theotokópoulos (1541-1614). En opinión de Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935), "la inspiración directa para la Trinidad le viene al Greco por otro camino para él menos trillado, pues procede de Alberto Durero". Y no son los únicos autores (Durero, Ribera o El Greco) los que pintan a la Santísima Trinidad así: con Cristo en los brazos del Padre y Espíritu Santo bajo la tradicional forma de Paloma.
 
Suponer que el que sostiene a Cristo en la llamada "alegoría de Alcalá" es San Pedro es tergiversar la historia del arte, distorsionarla por ignorancia o impostura. Así que ni San Pedro es "mesías", ni San Pedro es la "madre de Cristo", ni San Pedro es la "Piedad": Nicholas Wilcox (por no decir Eslava Galán) ha equivocado al Padre Eterno con San Pedro: la tiara no es exclusivamente un elemento del Pontífice, aunque -por supuesto- no podemos pedirle a un anticlerical profesional mayor conocimiento del simbolismo eclesiástico. Pero si la indigencia cultural en lo eclesiástico no se la podemos reprochar a un literato, debiéramos requerirle un poco más de conocimiento de la Historia del Arte.
 
He dejado para el final esa extraña referencia que Eslava Galán hace al "lenguaje de las aves". Dice: "...San Pedro con tiara, Cristo muerto en sus brazos y un ave sobre el hombro; Pedro es el Mesías que habla el lenguaje de las aves".
 
El ave que pinta sobre los hombros de Dios Padre (y, repetimos, no de San Pedro) es el Espíritu Santo. Sin embargo, si en vez de poner "paloma", escribimos "ave" eso nos da pie para entroncar la representación que se interpreta en clave esotérica. La "lengua de los pájaros" es uno de los temas abordados por los mentores póstumos de Eslava Galán. Así nos lo define Fulcanelli: "El lenguaje de los pájaros es un idioma fonético basado únicamente en la asonancia [...] Los raros autores que han hablado de la lengua de los pájaros le atribuyen el primer lugar en el origen de las lenguas. Su antigüedad se remonta a Adán, que lo habría utilizado para imponer, bajo las órdenes de Dios, los nombres apropiados para definir las características de los seres y de las cosas creadas". En otro pasaje nos dice el  mismo Fulcanelli que: "los viejos maestros, en la redacción de sus tratados [alquímicos], utilizaron sobre todo la cábala hermética, a la que aún llamaban lenguaje de los pájaros, de los dioses, gaya ciencia o gay saber". Otra inspiración de Eslava Galán, Gérard de Sède, creyó encontrar la solución del enigma del "lenguaje de los pájaros" en Aas, pueblo enclavado en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos, cerca de Eaux-Bonnes, donde -según Sède- vivían los últimos "silurs": "Los silurs son pastores montañeses que practican la lengua de las aves en su forma original: se comunican entre sí por medio de silbidos modulados". El autor francés también constata la presencia de "silurs" en la Gomera (Canarias) y habla sobre un coloquio internacional, auspiciado por la UNESCO cuando corría el año 1959, para tratar el asunto de esta comunicación por sonogramas. En la tradición de los trovadores occitanos (infectados de catarismo), el "lenguaje de los pájaros" era un lenguaje oculto, el llamado también "Trobar clus".
 
Vemos, por lo tanto, el paradero al que conducen todas las especulaciones y delirios esoteristas: se confunde a Dios Padre con San Pedro, se habla de un ave para soslayar al Espíritu Santo y se da pie para aludir a lenguajes ocultos, cabalísticos y demás esoterías, tan del gusto de estos hombres que, por si fuese poco, después son capaces de escribir libros para explicarnos el catolicismo: "El catolicismo explicado a las ovejas" es uno de los libros de Juan Eslava Galán.
 
Y en este título concedámosle que acierta, pues solo una oveja puede creerse el catolicismo que le explique alguien que no sabe distinguir en una representación artística a San Pedro del Padre Eterno.


BIBLIOGRAFÍA:

Juan Eslava Galán, "La lápida templaria".

Francisco Toro Ceballos, "El discurso genealógico de Sancho de Aranda"/Pedro A. Porras Arboledas, "La nobleza de la ciudad de Alcalá la Real: Los Aranda, Señores de Jarafe (Siglos XV-XVI)", Centro de Estudios Históricos "Carmen Juan Lovera", AMAR Archivo Municipal de Alcalá la Real, Alcalá la Real, 1993.

Manuel Bartolomé Cossío, "El Greco", Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1965.

Fulcanelli, "Las moradas filosofales", Plaza y Janés, Barcelona, 1971.

Jean Blum, "Misterio y mensaje de los cátaros", Edaf, Madrid, 1995.

Gérard de Sède, "El misterio gótico", Plaza y Janés, Barcelona, 1985.

sábado, 14 de febrero de 2015

LOS CABALLEROS DE LA LIGA SOCIAL DE CRISTO-REY

Padre Ramon Sarabia

 

SOCIEDADES PIADOSAS Y MILITANTES DE ANTAÑO
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Carezco de los Estatutos o Reglamento de esta devota sociedad católica que floreció en la Barcelona de los convulsos años 30 del siglo XX. Hay que remontarse a la Barcelona de la Semana Trágica, de los primeros conatos anticlericales instigados por la masonería y las izquierdas, sus títeres. Lo que sí puedo afirmar es la rigurosa existencia histórica de la misma, así como el tal vez sorprendente artífice de dicha asociación.
 
Eran años del pistolerismo sindical y patronal. El 20 de septiembre de 1926, el misionero asturiano Rvdo. P. Ramón Sarabia Barbero (1875-1958) llega a la Ciudad Condal, adonde ha sido destinado por sus superiores con el objeto de levantar la labor de los Padres Redentoristas en Cataluña. Allí el P. Insúa había alquilado un chalet en el pasaje Méndez-Vigo. El año 1928, los Redentoristas se trasladan a un inmueble de la calle Balmes, nº 98. El ambiente va recrudeciéndose, corren malos tiempos para el catolicismo en Barcelona y en toda España y poco antes de proclamarse la II República, unos seglares deciden fundar La Liga Social de Cristo-Rey.
 
""Los Caballeros de Cristo Rey" fueron producto de los tiempos agitados, incubado en el corazón de don José María Goytisolo. Alto, moreno, enjuto, de acusada nariz. Desbordaba entusiasmo y celo. Se compenetró completamente aquel cristiano caballero con el Padre Sarabia y, juntos, formaron esta obra para hombres, con el fin de organizar un bloque cristiano decidido a seguir a Jesucristo"." (El Padre Sarabia escribe su historia, Pedro Santidrián.)
 
El P. Sarabia tenía a sus espaldas una dilatada trayectoria como "caballero andante de Cristo" (así gustaba de presentarse este misionero que recorrió España antes, durante y tras la Cruzada Nacional de 1936-1939). El señor D. José María Goytisolo no es otro que el padre de los famosos escritores José Agustín Goytisolo Gay (1928-1999) y Juan Goytisolo Gay (1931).
 
El artífice seglar de esta sociedad piadosa fue, pues, D. José María Goytisolo Taltevull. D. José María era nieto de un vasco que marchó a Cuba, donde hizo una buena fortuna. El hijo del hacendado cubano tuvo que retornar a España, tras el desastre de 1898, estableciéndose con una considerable fortuna en Barcelona. En Barcelona casó su hijo José María, era el año 1918, con Doña Julia Gay Vives. Y José María y Julia serán los padres de los hermanos Goytisolo. José María, el fundador de los Caballeros de la Liga Social de Cristo-Rey era licenciado en Ciencias Químicas y ejercía como gerente de la industria ANÓNIMA BARCELONESA DE COLAS Y ABONOS. Entre sus pasiones científicas figuraban la botánica y la agricultura, colaborando con muchos artículos en una revista científica que publicaban los jesuítas. También se sabe que se dedicó con ahínco a la invención de procedimientos para fabricar pintura nogalina, fijapelos y otros ingenios. Sus hijos lo definen como "católico, germanófilo, spengleriano".
 
Poco se sabe de las andanzas de la Liga Social de Cristo-Rey. Consultando las hemerotecas, encontramos algunos de los hitos de esta asociación. Por ejemplo, el domingo 9 de febrero de 1930, en la Capilla de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro (sita en la más arriba citada calle Balmes), se celebró solemne oficio a las 10 de la mañana, en el cual predicó el P. Sarabia. Podemos decir que tal vez se trate del pistoletazo de salida de esta sociedad piadosa.
 
Una de las noticias más enjundiosas que nos ofrece la prensa de la época, en cuanto a las actividades de los Caballeros de la Liga Social de Cristo-Rey, es la que se glosa el 16 de abril de 1930, y que reza así:
 
"LOS CABALLEROS DE LA LIGA SOCIAL DE CRISTO-REY REZAN POR RUSIA.
 
Los Caballeros de la Liga Social de Cristo-Rey, asociación recientemente establecida en esta ciudad de Barcelona, y que tiene su asiento en la iglesia de los PP. Redentoristas de la calle de Balmes, están practicando los santos ejercicios bajo la dirección del reverendo padre Sarabia, superior de la residencia y consiliario de dicha Asociación. A ellos se han sumado otros centenares de jóvenes y caballeros.
 
Todos estos días han tenido rezo del santo rosario, plática y meditación, a las ocho menos cuarto. El Jueves Santo tendrán su Hora Santa de ocho y media a nueve y media de la noche, y el Viernes harán el Vía Crucis a la misma hora.
 
Estos Caballeros de la Liga Social de Cristo-Rey y los que con ellos practican los santos ejercicios, han determinado hacer por turno la adoración ante el sagrado monumento del Jueves Santo desde las tres de la tarde hasta las diez de la noche, y el Viernes Santo desde las siete de la mañana hasta las nueve.
 
En estas horas de oración pedirán por la desventurada Rusia, a quien gobiernos impíos y tiránicos quieren arrancar el sentimiento más santo y hondamente grabado en el corazón humano: el sentimiento de la religión. Que cunda su ejemplo y que suban ante el sagrario las preces por esa desventurada nación. Esta es la voluntad del Papa."
 
(La Vanguardia, 16 de abril de 1930)
 
Por sí sola, la nota de prensa explicita las preocupaciones de esta agrupación católica y anticomunista.
 
La sociedad de los Caballeros de Cristo Rey tenía la costumbre, como obliga la devoción, a celebrar el ejercicio del Sagrado Corazón todos los primeros viernes. Tras este ejercicio, los Caballeros celebraban su reunión capitular. En 1930 celebran todas sus funciones religiosas en la iglesia de los Padres Redentoristas. En 1931 sigue siendo el Consiliario de dicha asociación el Rvdo. P. Sarabia. Se celebra solemnemente el Triduo de los Santos Reyes Magos.
 
Cuando el P. Sarabia recibe la orden de partir de Barcelona, todo hace pensar que la Liga Social de Cristo-Rey continúa sus actividades, pero parece que muda de residencia, trasladándose ahora a la iglesia parroquial de Corpus Christi. Así es como en octubre de 1935, los Caballeros celebran con solemnidad la festividad de Cristo Rey en esta iglesia, predicando esta vez un carmelita calzado, el Rvdo. P. José M. Casulá. Hasta marzo de 1936 se registra en la prensa actividades de la sociedad,. así se anuncian los ejercicios espirituales -celebrados también en Corpus Christi- a cargo del Rvdo. P. José Calasanz Baradat, de la Congregación de los Sagrados Corazones. Tras esos ejercicios se pierden los vestigios públicos de esta asociación piadosa.
 
La vida de la Liga Social de Cristo Rey y sus Caballeros está por escribir, siendo hoy en día una de esas páginas de nuestra historia religiosa desvaídas y olvidadas. Es una de esas páginas que algunos quisieran borrar, pero que yo personalmente me resisto a borrar. Por ello remarqué aquí las líneas que de ella nos quedan, haciendo votos para que jóvenes entusiastas de la Tradición reanuden esta asociación.

miércoles, 11 de febrero de 2015

DOS ÓRDENES RELIGIOSAS GENUINAMENTE HISPÁNICAS

Foto de Manolo Fernández.
San Jerónimo, de El Greco

Manuel Fernández Espinosa


LOS ERMITAÑOS DE SAN JERÓNIMO


En el año del Señor de 1373 el Papa Gregorio XI aprobaba en su bula "Salvatoris humani generis" a la orden de los Ermitaños de San Jerónimo, la que se había fundado allá por 1360 en España de la mano de Pedro Fernández Pecha (de noble alcurnia) y Fernando Yáñez de Figueroa (canónigo toledano), a ambos se vino a sumar el hermano de Pedro, que a la sazón era Obispo de Jaén y que, para sujetarse a la vida eremítica, pidió licencia para abandonar su sede episcopal: Alfonso Fernández Pecha. La orden agregó a ella varios grupos eremíticos que se hallaban diseminados por Castilla, Portugal, Aragón y Valencia, bajo la Regla de San Agustín, pero con las constituciones inspiradas en el monasterio del Santo Sepulcro de Florencia. El primero de los monasterios femeninos fue el de Santa María de Sisla (próximo a Toledo), fundado por Pedro Fernández Pecha.

Los Pecha eran de linaje italiano, como así nos dice el armorial "Nobleza de Andalucía" de Argote de Molina, que refiere que el padre de los Fernández Pecha, Fernán Rodríguez Pecha, había nacido en Siena, del linaje Pechi y, sigue apuntando Argote, la "significación del apellido en nuestro castellano es lo mismo que Abeja", de ahí que el blasón familiar fuese "...una abeja. La cual trae azul en campo de oro por alusión del mismo nombre".

Pedro Fernández Pecha había ocupado en el siglo el cargo de oficial de la escudilla de Pedro el Cruel, oficio cortesano que desempeñaba la alta nobleza consistente en ponerle el plato al monarca. Dice también Argote que éste Pedro Fernández Pecha, "con acuerdo de algunos italianos (que á Castilla vinieron de su patria) dejando el hábito seglar, se metió en religión, y fué instituidor en España de la órden de San Hierónimo". La venida de estos italianos estaba relacionada con la profecía del maestro de estos, Tommasuccio de Siena, que a su vez era discípulo de Joaquín de Fiore. Tommasuccio de Siena fue el inspirador de estas agrupaciones eremíticas alrededor del carisma y la figura de San Jerónimo de Estridón (aprox. 340-420), padre de la éxegesis bíblica y que, cuando vivió (en los primeros siglos cristianos) se había ido a establecer en Tierra Santa, en el mismo Belén, atrayendo con su ejemplo a muchos otros cenobitas. El cenobistimo de San Jerónimo parecía haberse desvanecido, pero -como tantas cosas en nuestra Iglesia- resurgió precisamente en España, con el impulso de profetas italianos como Tommasuccio que indicaba a sus seguidores que el referente de los eremitas tenía que ser San Jerónimo. El de Siena también había vaticinado que en aquellos días: "el Espíritu Santo venía sobre España". Pero las profecías no solo quedan en Tommasuccio de Siena. Uno de los primeros jerónimos, el antiguo Obispo de Jaén convertido en ermitaño, estuvo en Aviñón, tuvo tratos con Santa Catalina de Siena y fue confesor de Santa Brígida de Suecia y a él tocó la tarea de transcribir el "Libro de las Revelaciones" de la mística sueca y eximia profetisa, la cual también profetizó que la orden de los jerónimos estaba llamada a desempeñar grandes servicios para la reforma y propagación de la Iglesia.

Aunque no era una orden militar (ni siquiera lo consintieron cuando se les presionó para serlo), la orden jerónima tenía un espíritu guerrero: "Se trata de conquistar la Tierra prometida. Prometida no a los pacatos y remolones, sino a los fuertes, a los que están dispuestos a luchar con todas sus fuerzas"; para ellos, Cristo "tiene una espada y siempre avanza delante de nosotros, lucha con nosotros y vence a los adversarios": el diablo, el mundo y la carne. Practicaban rigurosamente la oración, incluso pudiéramos decir que el hesicasmo: la oración incesante. "Oh, Jesús, Jesús" -rezaban noche y día; por esa razón los parientes espirituales italianos de los jerónimos peninsulares, congregados en torno a Giovanni Colombini (muerto en 1367), eran llamados "gesuati".

"El Espíritu Santo venía sobre España", en efecto, y llama poderosamente la atención los enclaves reservados por la Divina Providencia para esta orden que vino a formar a los custodios del destino providencial de las Españas. En el año 1389, los jerónimos toman posesión del Monasterio de Santa María de Guadalupe (Cáceres) que, como no puede escapársele a nadie, se trata de una devoción mariana tan señera y tan íntimamente vinculada al porvenir de la Cristiandad en América. Los jerónimos fueron en la península muy favorecidos por la monarquía portuguesa y española: a principios del siglo XVI, el rey Manuel I de Portugal erigió el Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belem en Lisboa y en este monasterio majestuoso reposan los restos de Vasco da Gama y Luis Vaz de Camoens: los designios imperiales de Portugal hacia Asia y la lengua que cantó el heroísmo de los nuevos nautas de Cristo quedaron bajo la custodia de los jerónimos. Carlos I de España y V de Alemania, al abdicar, se retiró al Monasterio de Yuste, para morir en otro enclave jerónimo y, cuando Felipe II el Grande decide levantar el Monasterio de San Lorenzo del Escorial dispone que sean los jerónimos los que custodien aquella magnífica fortaleza-monasterio y eso a pesar de que otras órdenes como dominicos y franciscanos y, hasta los jesuitas, pretendieron que el rey les permitiera ser los exclusivos custodios de El Escorial.

Podríamos decir que la historia de los jerónimos en Portugal y España está estrechamente relacionada con los designios divinos para el descubrimiento y expansión del Evangelio por todo el mundo. Y de ahí que lamentemos lo poco conocida que es ésta orden tan hispánica, quiera Dios que muy pronto se vea revitalizada por muchas vocaciones.

Foto de Manolo Fernández.
Sor María de Jesús de Ágreda

LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


La otra gran orden hispánica será la que el Espíritu Santo encomendó a la portuguesa Santa Beatriz da Silva (1437-1492), de nobilísimo abolengo, estaba emparentada con las Casas Reales de Portugal y Castilla. Se consagró a la Santísima Virgen María como su esclava y, resuelta a consagrar su virginidad, abandonó Portugal para llegar a Toledo. Allí entabla una profunda amistad con la que sería luego Isabel la Católica, que además de amiga era pariente de ella. Sería nuestra reina la que apoyaría a Santa Beatriz da Silva para instaurar la Orden de la Inmaculada Concepción (las concepcionistas). Isabel le cedería los Palacios de Galiana en Toledo, y en ellos se establece la primera comunidad de concepcionistas formada por Santa Beatriz y doce doncellas, mayoría de ellas eran portuguesas: era a la sazón el año 1484. El año 1489 el Papa Inocencio VIII aprueba la Orden de la Inmaculada Concepción por la bula "Inter Universa" y se les da la regla cisterciense, permitiéndosele que se doten de constituciones propias mientras no contradigan la regla. Tenemos así otra orden contemplativa de estricta clausura y raigambre hispánica. Pero las concepcionistas no se reservan a la península, son las primeras evangelizadoras de América pues llegaron a Veracruz en 1530. Sin embargo, los avatares harán que la Orden de la Inmaculada Concepción quede desprotegida y la Orden de Predicadores tratará por todos los medios de integrarla en su seno, aunque sin éxito. En 1494, la bula "Ex supernae providentia" del Papa Alejandro VI impuso a las concepcionistas adoptar la regla de las clarisas y ponerse bajo la dirección de los Frailes Menores Observantes, desatendiendo la expresa voluntad de su santa fundadora portuguesa que no quiso en vida que su orden se supeditara a ninguna otra, para conservar a perpetuidad su carisma propio. La denodada defensa de la Inmaculada Concepción que hicieron los franciscanos explicaría que, en la crisis, el Pontífice pusiera a las concepcionistas bajo la autoridad de los hijos del "Poverello" de Asís.

Los monasterios concepcionistas fueron centros de espiritualidad muy ligados también a los destinos imperiales de España. Destacan grandes místicas en la historia de esta orden hispánica, como la Venerable María de Jesús de Tomelín y del Campo (1579-1637), llamada "El Lirio de Puebla", la poetisa guatemalteca Sor Juana de Maldonado (1598-1666) o la famosa Venerable Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665), mística y consejera de Felipe IV, conocida por sus bilocaciones, por su cuerpo incorrupto que todavía se venera y por ser autora de la maravillosa "Mística Ciudad de Dios". Esa dirección espiritual ejercida por las concepcionistas en las altas esferas de la política española llegó hasta el siglo XIX con Sor Patrocinio, la Monja de las Llagas, aunque su caso está puesto en tela de juicio; baste pensar que asesoraba a Isabel (alias "la II") que, bajo ningún concepto, puede considerarse reina legítima de España.

Para cerrar esta aproximación a dos de las órdenes autóctonas hispánicas podemos recapitular en tres puntos (que nos parecen claves) lo que ambas órdenes (los jerónimos y las concepcionistas) muestran tener en común:

1. Las dos órdenes son genuinamente hispánicas: una nacida al impulso de castellanos y la otra nacida por el aliento de una santa portuguesa.

2. Las dos órdenes fueron suscitadas por el Espíritu Santo para alentar la misión providencial que Portugal y España tenían: esto es, la de descubrir nuevas tierras y bautizar millones de almas, lo que -en un sentido estricto- no puede llamarse otra cosa que cooperar con Cristo a la salvación de la humanidad y del mundo. Ambas órdenes estuvieron ligadas a las elites cristianísimas de las monarquías lusitana y española, ejerciendo una labor de guardianes de los enclaves espirituales más significativos (como los jerónimos) o bien asesorando la política de los monarcas (como las concepcionistas).

3. Las dos órdenes (la fundada por la santa portuguesa y la fundada por los castellanos) eran parte de una misma corriente mística que conectaba Portugal y España pero, por encima de las fronteras peninsulares, ambas convergieron -en sus momentos fundacionales- en la ciudad hispánica mística por excelencia: la capital de la Gothia Hispánica.

Toledo: la Ciudad Santa de la Hispania Gothorum.