jueves, 14 de enero de 2016

EL ANDRÓGINO DAVID BOWIE "GLORIFICADO" POR EL VATICANO

David Bowie en una imagen de su último vídeo Blackstar
 
 
Traducción del inglés al español: Manuel Fernández Espinosa
 
Artículo original de: Margaret Galitizin
 
 
 
Cuando la estrella del rock David Bowie, considerado el más influyente de los rockeros, murió de cáncer el 10 de Enero de 2016, yo esperaba que su mundo lo aclamara. Tal y como exactamente lo hicieron las estrellas de Hollywood y del rock -rock suave, punk rock, heavy metal. Madonna, Paul McCartney, los Rolling Stones, Kendrick Lamar y otros cantantes rindieron sus tributos.

Empero, elogios más inesperados vinieron de prominentes figuras del mundo político y científico, por ejemplo, David Cameron, Tony Blair y el astronauta Tim Peake. Pareciera que el siglo XXI estuviera tan ansioso de ovacionar a éste descarado satanista, criatura andrógina, como las grandes personalidades el siglo XIII honraron a San Bernardo a su muerte.

Esta ovación es lo que viene de un mundo que ha quemado mucho incienso en el altar de la rebelión del rock y la revuelta. Después de todo, Bowie fue el primero en muchas cosas  en la Revolución del Rock: el primero en declarar abiertamente su homosexualiad y convertir a las audiencias a la aceptación de la criatura andrógina bisexual del futuro, el primero en hacer vídeo-clips, el primero en reinventarse a sí mismo bajo muchos personajes como Ziggy Stardust y el Thin White Duke.

ALBUMES SATÁNICOS

"Correr riesgos y ser subversivo, eso fue lo que aprendí de David Bowie" -dijo un fan. Bowie fue subversivo, él lanzó por doquier su odio conta las convenciones y todo lo establecido. Y especialmente, él fue virulento contra la Iglesia Católica.

La maldad se evidencia en su "Next Day", vídeo-album lanzado en 2013 como su "resurrección" después de una ausencia de diez años, desde la etapa de recuperación de una grave adicción a la cocaína y la paranoia. En el vídeo "Next Day" se disfraza Bowie de monje cantando en un local con sacerdotes depravados que se acompañan de prostitutas medio desnudas; una de las prostitutas es "agraciada" con una supuesta estigmatización. La sangre efusiona de las palmas de sus manos y el cura que la "acompaña" grita furioso hacia Dios: "¡Eres tú otra vez!".

Su último album, Blackstar -que en los círculos ocultistas es una referencia a Satanás- fue también emitido dos días antes de su muerte. A pesar de su muerte, sus fans más acérrimos ya están negando la realidad, aduciendo que él no ha muerto, sino que ha emigrado a un lugar extraterrestre.

Blackstar ha sido, si cabe, todavía más blasfema y abiertamente ocultista. Bowie retorna a su tema astronáutico-espacial, anunciando una nueva era de Satanás. La supuesta verdad gnóstica que se ha ocultado del hombre está regresando. Es algo más que una producción audiovisual, es un mensaje plagado de ritos satánicos y danzas simbólicas, magia y adoración a Satanás.

Del mismo modo, la canción Valentine's Day era algo más que un rockero envejecido cantnado sobre el día de San Valentín. San Valentín "lo sabe todo", quiere "todo el mundo bajo sus pies" y "tiene algo que decir". ¿Qué está diciendo Bowie? Ese "El día de Valentín está aquí" parece ser el anuncio del advenimiento del diablo. Si es así, David Bowie aparece como un heraldo de Satanás.
 
Del vídeo "Next Day" de Bowie, imagen que parodia a Santa Lucía, también aparece Santa Juana de Arco, todas en una especie de prostíbulo lleno de sacerdotes y cardenales católicos

GNOSIS Y EXTRATERRESTRES

Es indudable que Bowie estaba profundamente inmerso en la doctrina ocultista y gnóstica.

En su más temprana carrera, Bowie fue un discípulo de Alister Crowley y más tarde se obsesionó con la doctrina ocultista de los super-dioses y las invasiones extraterrestres. Blackstar está repleta de imaginería gnóstica y satanista. Un extraterrestre -una calavera enjoyada en un traje de astronauta- trae los secretos de una antigua religión. Un ritual satánico que termina con la mujer admirando el cráneo enjoyado en poder de una bruja, en un círculo mágico. El propio Bowie canta con los ojos vendados, en referencia a los maestros iniciados.

Por último, tamibén hay una representación realmente blasfematoria de un Cristo crucificado contoneando las caderas y una grotesca cabeza. El mensaje parece ser este: una Nueva Era ha llegado, iluminada por la luz diáana de la Estrella Negra. Satanás sustituye a Cristo.
 
VATICANO APOYANDO A UN SATANISTA
 
La escenificación inmoral y blasfematoria de los últimos albums debería ser suficiente para que cualquier católico fiel rechaze a Bowie. Uno esperaría que la Iglesia previniera a los fieles a mantenerse alejados del satanista Bowie -y de la música rock en general.
 
En cambio, los medios de comunicación proclaman ufanos que los prelados católicos se apresuran a sumarse al coro general en loor de Bowie. Entre los primeros en honrar a la estrella de rock bisexual estaba Gianfranco Cardenal Ravasi, del Consejo Ponticio de la Cultura. Comentando sobre la muerte de Bowie, el cardenal twiteó letras de Bowie del año 1969, la canción Space Oddity: "Control de Tierra al comandante Tom / comienza la cuenta atrás, arranca motores / compruebe el encendido y puede que el amor de Dios esté con vosotros".
 
Al día siguiente, L'Osservatore Romano, diario del Vaticano, publicaba un obituario elogiando a Bowie, elevándolo a "músico singular que nunca fue banal" y que "fecundó artísticamente durante más de cinco el arte, el cine y el teatro".
 
El periódico del Vaticano que cada día se convierte más al mundo moderno, tomó nota de la "imagen ambigua" que Bowie cultivó a lo largo de su carrera, atribuyéndola a un simple deseo inmaduro de ganar fama y llamar la atención.
 
Estos "excesos", afirma L'Obsservatore, pueden pasar por alto, en virtud del legado de Bowie que "fue alguien que vivió la sobriedad personal, expresándola incluso en su cuerpo delgado, cuasi filiforme".
 
Es casi impensable que un diario del Vaticano elogie a un hombre que -además de ser un satanista- abiertamente se proclamó a sí mismo promiscuo y audazmente desafió las normas de identidad sexual..
 
LA POSICIÓN DEL VATICANO ES ALABADA
 
Los comentaristas han aplaudido la "postura valiente" del Vaticano, observando que su "audaz posicionamiento" es una señal positiva para los temas de la LGBT en la Iglesia. "Probablemente otro resultado del óptimo compromiso de Francisco con el mundo y con las demandas de toda la gente a ser respetada y valorada".
 
Sin embargo, Bowie -ya en 1976- proclamó flagrantemente que la música rock estaba inspirada por Satanás: "El rock siempre ha sido la música del diablo, nadie me puede convencer de que no lo sea... Siento que nosotros estamos anunciando algo más oscuro que nosotros mismos" (revista Rolling Stone, 12-2-1976, pág. 83). Bowie nunca negó esta afirmación, sino que evolucionó a una especie de heraldo del siniestro reino de Satanás.
 
Que el Vaticano apruebe e incluso elogie a David Bowie es casi increíble, otra de las consecuencias de la apertura al mundo moderno pagano que se realizó con el Concilio Vaticano II.
 
 

miércoles, 6 de enero de 2016

CONSTANTINISMO O JULIANISMO: LA CARA Y LA CRUZ

 
 
 
Las bases del anticristianismo actual en modo alguno son inovadoras sino adaptación de los más remotos temas del gnosticismo de los primeros tiempos del cristianismo
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
LA CRUZ DEL "CONSTANTINISMO": IN HOC SIGNO VINCES
 
 
Es usual entre los enemigos de la Iglesia Católica, e incluso entre algún católico despistado, acusar a la Iglesia Católica de "constantinismo", en alusión a Constantino I el Grande que adoptó el cristianismo como religión del Imperio Romano. Que sepamos, los católicos en el Credo sólo hacemos profesión de fe en una Iglesia UNA, SANTA, CATÓLICA, APOSTÓLICA (y hasta hace poco tiempo, ROMANA.) En el Símbolo de la Fe no se precisa que tengamos que creer en una Iglesia también CONSTANTINIANA, sin embargo, es un apelativo que sus inventores están interesados en aplicárselo. Ergo se trata de uno de los términos estratégicos del anticristianismo endosarnos ese calificativo.
 
El ex-comunista francés Roger Garaudy ha resuelto, con simplismo pasmoso, que la Iglesia Católica está tocada de "constantinismo", definiéndola como "Iglesia dominante de los dominantes". No es extraño que algunos teólogos llamados "de la liberación" utilicen este mismo calificativo para la Iglesia; no en balde la teología de la liberación debe mucho a este ideólogo que supo inocular en ciertos ambientes católicos el virus revolucionario más quintaesenciado.
 
Definir la Iglesia Católica como constantiniana, o sea, como "iglesia dominante de los dominantes" resulta un recurso demagógico que sólo encandilará a mentes mediocres, pero, de hecho, la falacia, una vez vertida, y convenientemente asumida, ha supuesto para muchos católicos un factor que ha terminado revolucionando su pensamiento poniéndolos al servicio de la revolución gnóstica e igualitaria.
 
 
Interpretando la Iglesia Católica como "constantiniana" se pretende recriminar y anular un largo período de la historia de la Iglesia, mientras que retrógradamente se da el salto a la "experiencia paleocristiana", idealizada en sus orígenes como "experiencia" genuina y ácrata. La revolución luterana (nos resistimos a aplicar el vocablo "reforma" para el protestantismo, pues no constituyó ninguna reforma y sí un doloroso cisma) también apeló a ese cristianismo primitivo de las "comunidades de base", avant la lettré.
 
 
Los católicos que acríticamente asumen esta serie de despropósitos son los mismos cristianos que se escandalizan por el lujo de los templos, ejerciendo una delirante labor autocrítica que desorienta y desnorta a las más incautos. Contagiados por los prejuicios más banales de la demagogia izquierdista anti-clerical de todos los tiempos, estos cristianos están condenados a la esterilidad por el mismo complejo de inferioridad que resulta de esa interpretación autoinculpatoria y recriminatoria. ¿No ven que sus amigos ateístas, agnósticos y gnósticos ya no son visceralmente anticlericales, sino cerebralmente antieclesiales?
 
 
El cristianismo "más puro" que ha de promoverse como bucólica utopía deseable, concluyen nuestros hermanos más ingenuos, es el cristianismo que nada tuvo que ver con el poder político, un cristianismo "ácrata" (etimológicamente, "sin poder".) O sea, el cristianismo marginal anterior al Edicto de Milán (313) de Constantino el Grande que asumió, después de la victoria del puente Milvio, el cristianismo como "religión de Estado". Olvidan estos idílicos y ácratas cristianos que, antes de la visión de Constantino del crismón, los cristianos malvivieron en las catacumbas, perseguidos por el poder político pagano, y que por no poder, no podían ni celebrar santamente el domingo. Si persisten en sus trece, estos cristianos que han idealizado las catacumbas lograrán meternos otra vez a todos los demás en las catacumbas, y quién sabe tal vez reabrir los circos con leones en la arena. Mientras tanto, en el ínterin, se despoja a la Iglesia de los resortes indispensables para ejercitar la misión evangelizadora, "ad intra" y "ad extra", que Jesucristo nuestro Señor nos demanda.
 
 
A la postre, la percepción de la Iglesia Católica como presunta "iglesia constantiniana" supone también, para muchos de nuestros correligionarios católicos, establecer una pretendida dicotomía que se muestra prácticamente insalvable entre "el pueblo de Dios" y la "jerarquía". Se trata así de abismar el laicado de su jerarquía natural y sobrenatural, ofreciendo la imagen de una iglesia que en sus bases camina por las sendas de la solidaridad, la tolerancia y demás "virtudes" antropocéntricas y modernas, mientras que las jerarquías parecen muy lejanas allá en las "altas esferas", sin que trascienda el cargo que de la realidad se hagan, y siempre puestas bajo la sospecha de incoherencia existencial, e incluso bajo sospechas más graves, como la de infidelidad a los consejos evangélicos.
Esta concepción prejuiciosa no beneficia en nada la comunión eclesial y redunda en los tópicos más insufribles, olvidando que la Iglesia no es un colectivo humano, sino una institución fundada por Cristo, inspirada por el Espíritu Santo. La Santa Iglesia no es constantiniana, sino Cuerpo Místico de Cristo.
 
 
LA CARA "DURA" DE JULIANO EL APÓSTATA: SUS EXCRECENCIAS ACTUALES
 
 
Si los detractores de la Iglesia Católica la acusan de "constantiniana", eludiendo (o ignorando) los valores tolerantes que la historia ha comprobado imperantes en el mundo bajo el mandato de Constantino el Grande, nos llama poderosamente la atención que los mismos enemigos de la Iglesia exalten una figura poco conocida, y que si estudiamos, entenderemos imprescindible para comprehender muchas de las realidades de nuestra actualidad; verbigratia, la polémica de la enseñanza religiosa.
 
 
Esa figura es Juliano el Apóstata. A quien ha dedicado un elogioso ensayo el irreverente, blasfemo, apologeta del suicidio, denostador de la vida y del cristianismo E. M. Cioran. El ensayo "Los nuevos dioses" del filósofo rumano es una pieza maestra para entender las bases del anticristianismo de hogaño, un anticristianismo que en modo alguno es innovación sino adaptación de los más remotos temas del gnosticismo de los primeros tiempos del cristianismo. Cioran aboga por una neopaganización que arruine por siempre el cristianismo. Su traductor y discípulo en España, Fernando Savater, define como "gnóstico" al avinagrado filósofo rumano, y ello con toda la razón del mundo.
 
 
Flavius Claudius Julianus (331-363 d. C.) fue un empedernido filósofo que, después de muchas peripecias, llegó a ser alzado como César del Imperio Romano. Su vida es una vida marcada por el destierro y los estudios filosóficos. Juliano -que al principio profesó la fe cristiana- entró en contacto con el filósofo Hecebolio, que oscilaba entre el paganismo y el cristianismo, y mantuvo también relación con Eusebio de Nicomedia, un sacerdote mundanizado. Entre los autores que lo inspiraron cabe mencionar al neoplatónico Jámblico, que mezclaba el neoplatonismo helenista con elementos de magia y demonología. También se sabe que Juliano era miembro de una sociedad secreta, llamada "Mitra". Máximo de Éfeso, su maestro, lo convenció de estar destinado a gloriosas empresas militares, incluso se cree que Máximo de Éfeso lo convenció de estar poseído por el espíritu de Alejandro Magno, lo que explica que acometiera una guerra contra los persas que le costó la vida.
 
 
Pero Juliano no murió sin hacer todo el daño que pudo a los cristianos. Inauguró su mandato con la reapertura de los templos paganos, y en el curso de su gobierno tanteó la posibilidad de crear una Iglesia pagana, paralela a la Católica, en la que se estructuraba jerárquicamente el orden sacerdotal pagano como una especie de Cuerpo Místico de Satanás, que diría el Beato Francisco Palau.
 
 
Uno de los rasgos que hacen de Juliano casi un contemporáneo nuestro es que se interesó muy mucho en apartar de la enseñanza a los profesionales cristianos. Se basaba para ello en la incompatibilidad existente entre lo que los docentes cristianos creían -Cristo, a quien Juliano llamaba despectivamente "el Galileo"- y las materias que tenían que abordar en sus lecciones: la cosmogonía de Hesíodo, Homero, Platón... El intervencionismo de Juliano el Apóstata se nos aparece así como un paradigma precursor de todas las políticas que se dirigen a borrar el cristianismo de los centros de enseñanza. "¡Qué se vayan a las iglesias de los galileos a comentar a Mateo y Lucas!" -¿nos suena esta frase lacerante, pues no la escribió Juliano.
 
 
Esgrimiendo con un cinismo olímpico esa incompatibilidad entre los cristianos y la cultura clásica, Juliano animaba con ello la apostasía de los cristianos más lapsos, que por no perder las lentejas se convertían a los cultos paganos de la diosa Cibeles, mientras que los más fieles se condenaban a la marginación, impidiéndoseles ejercer en el mundo un apostolado eficaz entre el alumnado. La estatalización de la docencia se llevó a cabo con la Constitución Magistros Studiorum.
 
 
No se ponen de acuerdo los historiadores sobre si Juliano prohibió a la juventud cristiana el ingreso en las escuelas estatales. Algunos opinan que no lo prohibió, con el ánimo de contaminar a los jóvenes cristianos con los mitos paganos de la Antigüedad.
 
 
Mientras trabajaba este artículo para ARBIL saltan a la palestra las reivindicaciones de "enseñanza coránica" que impulsan los colectivos islámicos asentados en España, no me ha pillado por sorpresa. Los mass-media venían, a lo largo de semanas, preparándonos el cuerpo con noticias como la de ese progenitor musulmán que se negaba a la escolarización de su prole en instituciones docentes en cuyas paredes colgaba el crucifijo, el caso de la niña con su velo tampoco se queda atrás. Uno es demasiado viejo para creer en las casualidades. La política de enseñanza laicista de hoy, al igual que la política de enseñanza pagana de Juliano no tiene que prescindir forzosamente de sus primados ideológicos, para ser radicalmente anticristiana. Juliano también soñó con la reconstrucción del Templo de Salomón, con el avieso propósito de arruinar el proselitismo de "secta de los galileos" entre el pueblo de Israel. Los julianistas de hoy abrirán, en España, aulas coránicas a los mahometanos, igualando con esta medida al Islam invasor con la tradición católica española.
 
 
Pese a todo su celo por arruinar la Iglesia Católica, que había dejado de ser "constantiniana" bajo su férula, Juliano no triunfó sobre Jesucristo. La última frase de Juliano, pronunciada antes de morir, fue elocuente: "¡Venciste, Galileo!". Algunos de sus más conspicuos seguidores actuales, que haberlos haylos en España, no parecen haberse resignado al triunfo del Galileo, a la victoria de Jesús Cristo.
 
 
FUENTE ORIGINAL: REVISTA ARBIL