PARÁBOLAS PARA LOS CORAZONES DUROS, REVELACIÓN ÍNTIMA DE LOS MISTERIOS PARA LOS SEGUIDORES VERDADEROS
Manuel Fernández Espinosa
Aunque se ha dicho por activa y por pasiva que la "disciplina del arcano" encontraría su motivo en la cita evangélica: "No deis a los perros lo que es santo; no echéis vuestras perlas a los marranos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose os despedacen" (Mt. 7, 6), lo cierto es que la podemos encontrar en la misma didáctica de Jesucristo Nuestro Señor. Así, tras contar la parábola del sembrador, a su término clama: "El que tenga oídos para oír, que oiga", los discípulos inquieren al Divino Maestro por el sentido de la parábola y Jesucristo, tal y como nos lo cuenta Lucas, les respondió:
"Preguntábanle sus discípulos qué significaba aquella parábola, y Él contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera que viendo no vean y oyendo no entiendan". (Lc. 8, 9-11).
En latín: "Interrogabant autem eum discipuli eius, quae esset haec parabola. Quibus ipse dixit: Vobis datum est nosse mysterium regni Dei, ceteris autem in parabolis, ut videntes non videant, et audientes non intellegant". El sintagma "mysterium regni Dei" es asaz expresivo y "mysterium" traduce el griego "mistéria".
Marcos nos revela que "con muchas parábolas como éstas les proponía la palabra, según podían entender, y no les hablaba sin parábolas; pero a sus discípulos se las explicaba todas aparte" (Mc. 4, 33).
En latín: "Et talibus multis parabolis loquebatur eis verbum, prout poterant audire; sine parabola autem non loquebatur eis; seorsum autem discipulis suis disserebat omnia".
Marcos expresa, en unanimidad con los demás evangelistas, que la instrucción del Señor a sus discípulos es "aparte", "en privado" ("seorsum"). Con Mateo veremos que se hace en el retiro y la intimidad del círculo más estrecho del Señor, encontrando en los profetas veterotestamentarios el anticipo de esta forma de instruir en los "misterios del Reino de los Cielos".
Como digo, Mateo insiste en lo que Lucas nos ha dicho más arriba en cuanto a la razón "discriminatoria" de hablarle a la multitud en parábolas que "ofuscan" los ojos y se hacen tan ininteligibles para los oídos. Mateo va más allá, los discípulos le preguntan a Cristo:
"...le dijeron: "¿Por qué les hablas en parábolas". Y les respondió diciendo: A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino de los cielos; pero a esos, no." Y colige Mateo: "Por esto les habló en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entiende; y se cumple con ellos la profecía de Isaías, que dice:
"Cierto oiréis y no entenderéis, veréis y no conoceréis. Porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho duros de oídos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus ojos y no oír con sus oídos, y para no entender en su corazón y convertirse, que yo los curaría".
Mateo es más generoso en dar detalles sobre esta materia, pues incluso nos cuenta el lugar, retirado de los profanos, en donde Jesucristo les explica a sus discípulos la parábola de la cizaña y el trigo: "Entonces, dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos se le acercaron, diciéndole: "Explícanos la parábola de la cizaña del campo" (Mt. 13, 36-37).
También nos dice, un poco más arriba, que "Todas estas cosas dijo Jesús en parábolas a las muchedumbres, y no les hablaba nada sin parábolas, para que se cumpliera el anuncio del profeta, que dice:
"Abriré en parábolas mi boca,
declararé las cosas ocultas desde la fundación del mundo"." (Mt. 13, 34-36)
Vemos así que lo que más tarde (en el siglo XVII) los eruditos llamarían "Disciplina Arcani" y en alemán "Arcandisciplin" no puede considerarse, ni mucho menos, como una innovación posterior a la misma enseñanza de la boca del mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Las objeciones que pudieran hacerse a esta actitud reservada de ocultar la verdad a los que no están en condiciones de acogerla las aniquila San Agustín de Hipona que también lo tenía bastante claro comentando el pasaje de los "perros" y los "cerdos" indignos de lo santo, los primeros por el odio que les suscitan las cosas de Dios y los segundos por el desdén que manifiestan por todo lo santo y apunta que "Toda esta inmundicia se concibe por el amor de las cosas temporales, es decir, por el amor de este mundo". Agustín despeja los escrúpulos que pudieran tenerse a la hora de ocultar los "misterios", diciendo que: "El que desea, pues, tener corazón sencillo y limpio, no debe creerse culpable si oculta alguna verdad a quien no está en estado de comprenderla. Y no por eso podemos pensar que es lícita la mentira; pues no se sigue que hay mentira cuando se oculta la verdad. Comencemos primero por quitar los impedimentos que son causa de que no la comprenda; porque si no la comprende a causa de tener el alma manchada, debemos procurar que quede limpia, exhortándole, cuanto nos sea posible, con nuestra palabra y nuestro ejemplo". (San Agustín, "Libro segundo de los Comentarios sobre el Sermón de la Montaña".)
La disciplina del arcano queda así justificada desde la misma práctica didáctica de Jesucristo, transmitida a los discípulos. Y lo que era la instrucción "aparte" que daba el Divino Maestro a los discípulos todavía se restringe más todavía (a tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan) en ciertos ápices de la historia de nuestra salvación cuando, por ejemplo, el Señor se transfigura ante estos tres o cuando a los mismos tres los lleva consigo a Getsemaní en la misma noche en que será prendido y llevado ante el sanedrín.
Véase también: "Disciplina del Arcano: Instrucción en los Sagrados Misterios".
Véase también: "Disciplina del Arcano: Instrucción en los Sagrados Misterios".