sábado, 13 de febrero de 2016

UNA SAETA MUY POCO CATOLICA

 
 
DIFERENCIAS ENTRE JESUCRISTO Y EL JESÚS DE MACHADO

Manuel Fernandez Espinosa


Es uno de los poemas más famosos de Antonio Machado, publicado en su poemario "Campos de Castilla" (1912-1917). Joan Manuel Serrat se sirvió de este poema, para hacer una de sus canciones que, con el tiempo, ha sido adaptada para ser incluso interpretada instrumentalmente por las bandas de música en Semana Santa. Pensando en las razones de la animadversión que Friedrich Wilhelm Nietzsche sentía por el cristianismo y, acordándome del poema machadiano, surgió la cuestión y -más o menos- esto fue lo que concluí: esta "saeta" no es católica, esta saeta es herética.

El poema de Antonio Machado dice así:
 
LA SAETA

"¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?"
(Saeta popular)
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!




El poeta Antonio Machado


El núcleo del poema de Machado (por el que afirmamos que esta "saeta" es heterodoxa) corresponde a los últimos cuatro versos. Es el mensaje final, que se ofrece como una conclusión:
 
"¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!"

 
En estos cuatro versos puede verse el enfrentamiento, pudiéramos decir que entre dos mentalidades: la mentalidad católica acorde con la santa doctrina y la mentalidad de Antonio Machado que, explícitamente, se aparta y reniega de la doctrinal, constituyéndose como una lectura "heterodoxa" de Jesús (nótese que para nada dice Machado "Jesucristo", sino "Cristo" una vez -para identificar una imagen cofradiera: el Cristo de los Gitanos- y, por dos veces, el poeta sevillano habla de "Jesús": nunca de Jesucristo).
 
Machado presenta lo que hemos llamado "mentalidad católica", lo que está acorde con la doctrina, pero la presenta para repudiarla, mientras cercena y sesga la doctrina católica, cortándola a medida de sus gustos. La mentalidad que rechaza es la basada en la doctrina salvífica, la que corresponde a la celebración tan española de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo Nuestro Señor: la Semana Santa. La que él propone es algo muy bien distinto a la verdad y tiene más que ver con sus personales preferencias.

Para Machado, la Semana Santa es una expresión del "pueblo andaluz", de "la tierra mía", "y es la fe de mis mayores"... Pero, sin embargo, ese Jesucristo de la fe y la tradición católicas, es un "Cristo" "siempre con sangre en las manos", "siempre por desenclavar": es "Jesús de la agonía" (el misterio de la Pasión, del dolor real que se cifra en la efusión de sangre, en los clavos y en la Santa Cruz).


Y es entonces cuando Machado reacciona, rechazando la doctrina católica, diciendo con claridad -en una interjección: "¡Oh, no eres tú mi cantar!". Y más todavía: "¡No puedo cantar, ni quiero...".

¿A quién no puede cantar -ni quiere, que son dos cosas? A Jesucristo "del madero", a Jesucristo de la sangre, a Jesucristo fijado a la cruz por los clavos, a Jesucristo de la agonía, a Jesucristo en la Cruz y a Jesucristo el de la Cruz. Aquí Machado ha operado, conscientemente o no, voluntaria o involuntariamente, una reducción del Misterio de nuestra Salvación. Para el poeta es como si no existiera más cosa que el aspecto sangriento y doloroso -la Cruz-, y nos da su peculiar versión de los Misterios de la Iglesia, presentándonoslos de modo parcial, pintándolos con los colores más funestos y sangrientos (deslizándose la imagen del catolicismo como una religión sanguinaria y macabra). Machado olvida que la Iglesia enseña que, tras la Pasión y Muerte, está la Resurrección. Pero Machado no habla de la Resurrección, sino que nos ofrece su heterodoxa reducción de Jesucristo a un "Jesús" "que anduvo en el mar"; esto es, Machado prefiere a un Jesús de los milagros y prodigios que superan la naturaleza, se muestra abierto a una interpretación de un Jesús con "superpoderes", pero no a un Jesucristo que se inmola, padece y muere para redimirnos.
 
En definitiva, Machado -al igual que Goethe y Nietzsche- huye del misterio de la Cruz. Pues, el Espíritu Santo a través de San Pablo nos lo advirtió:

“Porque los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios, más poderosa que los hombres.” (1 Cor 22).

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