sábado, 20 de septiembre de 2014

DAN BROWN CONTRA DANTE

 
 
LA INVENCIÓN DE UN "DANTE INICIÁTICO", A LA MEDIDA DE LA MASONERÍA"Dan Brown rescata el "Infierno" de Dante en su próximo libro" (publicado por el ABC).



"Infierno", el folletón de Brown toma como hilo conductor de la intriga los supuestos "misterios" de Dante. Es de suponer que, otra vez más, el personaje de Robert Langdon (un Indiana Jones urbano venido a menos) se las tenga que ver para descifrar las presuntas claves que podrían esconderse en una de las obras máximas de la poesía universal, "La Divina Comedia" de Dante Alighieri. En este sentido, el profesor italiano Massimo Introvigne se ha anticipado a todos los críticos y haciendo alarde de su colosal erudición en un artículo que invitamos a leer nos desvela las claves del misterio que Brown tratará de explotar en su novela

El artículo del Profesor Introvigne puede leerse en La Nuova Bussola Quotidiana, ver el enlace:

"Se Dan Brown "ricicla" anche il Dante esoterico"


El Profesor Introvigne nos remonta, a través de este artículo suyo, a los orígenes de la invención de un Dante esotérico. De este modo podremos ver que, como siempre, Brown presenta temas muy antiguos como novedades, aprovechándose de la incultura de sus lectores y vertiendo el veneno contra el cristianismo y, en especial, contra la Iglesia católica. El Dante esotérico que nos presentará Brown es un tema que tiene una cierta trayectoria, dado a luz por personajes del siglo XIX y del XX que se movieron en las cloacas ocultistas de la masonería y la revolución.

Según la autoridad del Profesor Introvigne hay que retroceder al siglo XIX para encontrarnos con las primeras interpretaciones que difunden una imagen de Dante herético y gnóstico. Será el napolitano Gabriele Rossetti, padre del pintor prerrafaelita Dante Gabriele Rossetti quien, en su exilio londinense, se ocupe por vez primera de articular una interpretación esotérica de Dante Alighieri, suponiendo que el poeta florentino pertenecía a una sociedad secreta de signo gnóstico, heredera de los saberes ocultos de egipcios, pitagóricos y gnósticos y a su vez precedente medieval de los rosacruces y masones más modernos. La invención de Rossetti que tuvo que exiliarse en Inglaterra, perseguido por sus ideas revolucionarias masonizantes y su oposición a los Borbones, pasaría a ser retomada por Eugène Aroux que denunciaría a Dante ante las autoridades eclesiásticas católicas del siglo XIX como un cripto-hereje revolucionario, aconsejando ponerlo en cuarentena.

El poeta italiano Giovanni Pascoli


La influencia ejercida por Rossetti y Aroux sobre el poeta masón Giovanni Pascoli -nos cuenta el Profesor Introvigne- sería de tal envergadura que serviría a éste para reinterpretar a Dante, ahora como un magnífico campeón contra la Iglesia católica; no en vano Pascoli era masón. Fue también Pascoli el que proyectó la formación de un Partido de Dante (socialista no marxista, nacionalista y anticlerical) que no llegó a cuajar en Italia. Años después, la trilogía que Pascoli dedicó a desvelar los secretos de Dante, sería a su vez recogida por el crítico Luigi Valli que sería una fuente decisiva para el esoterista René Guénon en su obra "El esoterismo de Dante" (del año 1925), tal vez la versión esotérica de Dante más conocida en los círculos cultos. Para Guénon a Dante habría que leerlo en dos planos: el exotérico (el plano exterior) que se sirve de una iconografía cristiana y el esotérico (el plano interior), cuyas claves presumiblemente Dante adquiriría en una cofradía invisible que, recogiendo la tesis de Valli, llama la "Fede Santa".

El Profesor Massimo Introvigne nos ayuda a recorrer la genealogía de esta idea que, a buen seguro, habrá llegado a Brown, como no puede ser de otra forma en su caso, severamente depauperada, tal y como nos tiene acostumbrados el autor de "El Código Da Vinci".

Desde que Brown alcanzó la fama con el éxito de "El Código Da Vinci" nosotros siempre hemos pensado que Dan Brown es el legítimo heredero de aquel mixtificador ruso, Sergei Nilus que compuso el tristemente famoso panfleto "Los Protocolos de los Sabios de Sión", uno de los monumentos de la falsificación antisemita. ¿En qué sentido podemos afirmar esto?

En un sentido muy simple: las novelas de Dan Brown tienen como objetivo el desprestigio de la Iglesia Católica, mediante la deformación de la verdad histórica, acusando al cristianismo de haber engañado a la humanidad desde hace 2.000 años, filtrando la sospecha y acusando directamente al cristianismo de constituir toda una conspiración religiosa contra la humanidad, tal y como Nilus hiciera otrora con los judíos. La única diferencia es que, en manos de Brown, ahora ha cambiado el chivo expiatorio: ahora los culpables de todo somos los cristianos.

El libro de Nilus fue leído por los nazis. Con mucha probabilidad, si en el futuro se desplegara una persecución contra los cristianos en occidente podríamos decir sin temor a equivocarnos que uno de los factores que hayan obrado en la "demonización" de los cristianos sea Dan Brown, en tanto que con sus novelones indocumentados y patrañeros, emponzoña las almas de sus lectores: podríamos encontrar en ellos las señales de todo un inductor al odio.

Infame destino el de ser un panfletista. Un personaje sin escrúpulos que adultera la verdad para fomentar el odio anticristiano, que se lucra sembrando las semillas de persecuciones venideras.


viernes, 12 de septiembre de 2014

LA ORDEN EXORCÍSTICA DE BEATO FRANCISCO PALAU

LA CRUZADA EXORCÍSTICA DE UN CARMELITA CARLISTA CONTRA EL ESPIRITISMO EN EL SIGLO XIX
 
Beato Francisco Palau
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Una de las vidas místicas españolas del siglo XIX fue la de Francisco Palau, nacido en Aitona (Lérida) el año 1811. De 1828 a 1832 siguió los cursos de Filosofía y Teología en el Seminario de Lérida y allí descubrió sus dos grandes guías espirituales: las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Su devoción a los dos más grandes místicos españoles lo encaminó a abrazar en 1833 la vida carmelitana y profesó en el Convento de Descalzos de San José de la Ciudad Condal con el nombre de fray Francisco de Jesús, María y José. Sufre la exclaustración y la persecución revolucionaria, incluso es encarcelado en las mazmorras de la Ciudadela. Cuando es liberado se refugia en una cueva próxima a Aitona, para llevar vida de ermitaño y ayuda al párroco. Predica mientras que los carlistas dominan el territorio, pero con la derrota de Berga el carmelita marcha al exilio con tantos otros carlistas, instalándose en Montauban (Francia) desde 1841 a 1851. Sus prédicas allí le granjean la envidia del clero local y en 1851 retorna a Barcelona, fundando la “Escuela de Virtud”. En 1860 instituirá la congregación de Hermanos y Hermanas Carmelitas Terciarios en las Islas Baleares, el embrión de las Carmelitas Misioneras Teresianas.
 
Su celo apostólico responde a la demandas de la época: en sus días han surgido corrientes inquietantes de pensamiento herético. El materialismo y el espiritismo arrecian: positivismo comtiano, marxismo, darwinismo… Y el espiritismo sintetizado por Allan Kardec están arrasando en las elites científicas y en las masas ignorantes. Y el P. Palau no se refugia en una torre de marfil, sino que emprende el buen combate mediante todos los medios a su alcance. Funda así varios periódicos, entre los que figura “El Ermitaño”, realizando así una ímproba tarea de apostolado escrito que no le resta tampoco tiempo para realizar uno de los quehaceres menos conocidos, pero tan propios de su ministerio: el exorcismo.
El mal estaba identificado:
"El diablo rey es con el Gran Oriente ante la fracmasonería, aquello que es con Cristo Pío IX para toda la Iglesia: Pío IX es la cabeza invisible de la Iglesia, y Cristo cabeza invisible. El Gran Oriente es la cabeza invisible del imperio del mal, y el diablo rey es su cabeza invisible. No hay soberano en la tierra que no está iniciado en los secretos de la fracmasonería". ("El Ermitaño", 29 de junio de 1871).
El P. Palau entiende que los males de la época encuentran su matriz en el satanismo y por eso forma una auténtica compañía de sacerdotes exorcistas:
 
“Los espiritistas son un brazo de la fracmasonería. El espiritismo es el sacerdocio del paganismo moderno, y sus apóstoles hacen cosas muy prodigiosas. Entre otras tienen el poder de curación, no por la gracia, sino por poder comunicado por Behlezebud, príncipe de todos los demonios” (escribe en “El Ermitaño”, 29 de junio de 1871).
Uno de sus discípulos sería el P. Joaquín Piñol. Piñol había levantado una casa de oración en el número 7 de la calle Mirallers, donde con un grupo de colaboradores practicaba exorcismos. Piñol ganó para la causa al más grande poeta catalán, el Padre Jacinto Verdaguer.
Pocos hombres en España supieron ante lo que se hallaban como el P. Palau. Las discordias y los males del siglo XIX no eran cuestiones naturales, sino que tenían su raíz en el mismo origen del mal. La mística del P. Palau es combativa: sus conocimientos sobre esoterismo lo capacitaban para saber ante lo que se enfrentaba. Frente a la cómoda e ingenua percepción del mal que en su época empezaba a prevalecer, el P. Palau tenía muy claro que había que armarse y dar la batalla (por invisible que ésta fuese) al demonio:
“En virtud de esta fe que confesamos, hemos delatado y de nuevo delatamos ante el tribunal supremo de la Iglesia un cuerpo de doctrinas, que sostenido por hombres, por muchos títulos respetables, las defienden: las delatamos como erróneas, falsas, funestísimas al catolicismo, porque tienden a dejarle inerme en las batallas contra las potestades adversas en medio del campamento en una lucha de las más encarnizadas que haya habido:
1.     Dicen que ahora no hay demonios sobre la tierra, porque Cristo los encerró al infierno con su venida.
2.     Que no pueden entrar en los cuerpos humanos, no poseerlos.
3.     Que ahora no hay energúmenos; y si confiesan su existencia, pretenden demostrar que son casos tan raros que “parum pro nihilo reputatur”, estos niegan embarazadamente al Exorcistado materia suficiente.
4.     Que no hay maleficio, esto es, que un hombre no puede dañar a otro sirviéndose del arte diabólico. El Anticristo dañará no al individuo y la familia solamente, sino al orbe entero ¿y cómo? Con el poder, con virtud, con el ministerio de Satanás “in omni operatione Satanae in signus es portentis”.” (“El Ermitaño”, 13 de abril de 1871).
En 1881, años después de pasar a mejor vida el P. Palau, se desató en España una epidemia de posesiones diabólicas. Su epicentro fue Jaca, pero se extendió por todo el país. Y muchos pudieron entender cuánta razón asistía al santo varón para preconizar la lucha contra los poderes de las tinieblas (que, entre los racionalistas, había suscitado la sonrisa escéptica). Los hombres formados por el P. Palau prestaron un servicio colosal a detener el mal. El mal había sido azuzado por la proliferación de cenáculos espiritistas.
El P. Palau falleció en 1872 y fue beatificado por S. Juan Pablo II el 24 de abril de 1988.

FUENTES DE CONSULTA:

Mosén Cinto, un sacerdote entre el diablo y la Atlántida, Ernesto Milá.

Archivo y biblioteca personal, con varios números de EL ERMITAÑO.
 

lunes, 8 de septiembre de 2014

MARÍA, PUERTA DE LOS MISTERIOS DIVINOS



MARÍA, IANUA CAELI



Por Manuel Fernández Espinosa


San Efrem Sirio (305-373) decía que la Virgen María "es la guía y maestra segura de la quietud, puerta de los misterios divinos y de las revelaciones, fuente de luz". No hay lengua humana que pueda ensalzar con justeza a la Santísima "Dei Genitrix" (Θεοτόκος), Madre de Dios. Muy pronto lo supieron los santos de la Iglesia, oriental y occidental. Por la misma época de San Efrem, Santa Mónica (332-387), madre de San Agustín de Hipona, fue consolada por la Santísima Madre de Dios. María le ofreció la Correa a Santa Mónica y esa Correa se la ciñeron Santa Mónica y San Ambrosio de Milán también; los monjes agustinos, más de mil años después, todavía llevan el cinturón negro en prenda de una consolación eficaz e infalible: María es Consolación. Siempre presta a consolar a sus hijos la Virgen María no nos ha dejado aquí en la tierra sin su constante auxilio. Ha aparecido en el curso de la historia, sanando almas y cuerpos, protagonizando una miríada de milagros que hablan de Ella a los creyentes. Pero, además de todo eso, de sus incontables intervenciones en la historia, de su omnipotencia suplicante que desata el fervor de las almas sencillas, María ha sido y es para los santos la "puerta de los misterios divinos" -como decía San Efrem. Esta puerta de los misterios permanecerá sellada a quienes confunden su devoción con patéticos trasuntos sentimentales y pasajeros, que no podrán ser sino flor de un día.
 
En el curso de la historia se ha ido descubriendo esta verdad, se ha ido profundizando en este misterio de vida eterna que al ser misterio permanecerá vedado a los profanos que no podrán franquear la puerta. Pero los más grandes místicos de la Iglesia occidental y oriental han tenido a María como guía y han cruzado la puerta de los misterios a través de Ella. Y cuando decimos "grandes místicos" no queremos decir simplemente los más conocidos, los más famosos: hay grandes místicos que están por descubrir.
 
Uno de los más grandes santos (y no es precisamente famoso) que ha tenido la Iglesia católica es San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716). A él le fue concedido providencialmente el don de plasmar una mariología que fue madurando lentamente en el correr de los siglos y siglos. Montfort se inspira en toda la tradición milenaria de la Iglesia, pero San Luis María encontraría a los más inmediatos en su misma Francia. Desde el P. Louis Lallemant (1588-1635), de la Compañía de Jesús, en Francia se asiste a una eclosión de la mística parangonable a la que había tenido lugar en la España del XVI: es la Francia de la "pleiade mystique" (la "pléyade mística"), una pléyade de místicos franceses fuertemente vinculados a la mística española de San Ignacio de Loyola, de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz.
 
El Cardenal Pierre de Bérulle (1575-1629), fundador del Oratorio el año 1611, será una influencia notable sobre la espiritualidad de San Luis María Grignion de Montfort, como bien señala el P. Severino M. Ragazzini (O.F.M.):
 
"Es mérito indiscutible del iniciador de la espiritualidad mariana [se refiere a Bérulle], el haber puesto sobre nuevas bases la relación entre la Virgen y el alma. Más que devociones, homenajes y prácticas devotas, el pío y docto Cardenal (pasando del exterior al interior de María) invita al alma a "hacer la experiencia de María en el secreto del espíritu" reproduciendo espiritualmente sus estados de ánimo ante el Omnipotente".
 
Más tarde, Montfort desarrollará las ideas de Bérulle (y de todos los santos modelados por María) en su vida mística y apostólica, plasmando las verdades alcanzadas por escrito en dos de sus libros. Me refiero al "Tratado de la verdadera devoción a la Santa Virgen" (un libro que tuvo extrañas vicisitudes que lo hacen de suyo misterioso; pues habiendo desaparecido no fue descubierto hasta 1842 y no fue publicado hasta un año después, en 1843) y me refiero al opúsculo "El secreto de María, o sea, la esclavitud de amor a la Santísima Virgen".
 
En el "Tratado" el santo francés ofrece una aproximación histórica sobre la verdadera devoción a la Virgen María (la esclavitud) que es considerada en su dimensión interior, despojada de manifestaciones superficiales que tanto la adulteran. San Luis María no fue el creador de la "esclavitud mariana", recibió esta "verdadera devoción" de la tradición más ortodoxa del catolicismo, desde los tiempos más antiguos de la Patrística (con San Ambrosio y San Agustín), pasando por San Ildefonso de Toledo, pero sí puede decirse de él que a él le fue otorgado por la misma Virgen María la tarea de compendiar y desplegar las potencialidades de esta verdadera y secreta devoción, con su fórmula de consagración y con todas las prácticas que él recopila y expone en su "Tratado". Esta es la vía secreta del misticismo más eficaz: la de una deificación por mediación de María.
 
San Luis María Grignion de Montfort insiste sobre el aspecto "secreto" de esta vía. Es por eso que en su opúsculo "El secreto de María" advierte al lector con palabras que no ofrecen ninguna duda de la magnitud (incluso de la peligrosidad) que hay en el "misterio terrible" ante el que lo quiere encarar. Ese secreto tiene unas condiciones en el mismo frontispicio de la obra:
 
"1. Que no reveles sino a las personas que lo merezcan por sus oraciones, limosnas, mortificaciones, persecuciones y celo por la salvación de las almas.
 
2. Que te empeñes en vivirlo para santificarte y salvarte. Porque la eficacia de este secreto corresponde al uso que se hace de él. ¡Cuidado con cruzarte de brazos! Pues mi secreto se convertiría en veneno y vendría a ser tu condenación.
 
3. Que diariamente des gracias a Dios por haberte revelado este secreto, que no merecías conocer. Al principio lo apreciarás sólo imperfectamente, dada la multitud y gravedad de tus pecados y el oculto apego que tienes a ti mismo. Con el tiempo, a medida que lo vayas poniendo en práctica en la actividad cotidiana, comprenderás su precio y excelencia".
 
No estamos ante un libro cualquiera cuando abrimos el "Tratado...", tampoco cuando leemos "El Secreto..." de San Luis María Grignion de Montfort. Esos libros no han llegado a las manos del lector por las vías ordinarias, esos libros han buscado a su lector y lo interpelan directamente, proponiéndole la vía mistérica de María.
 
La esclavitud mariana es propuesta como una pertenencia total, definitiva y desinteresada del alma de quien se consagra a Jesucristo, la Divina Sabiduría, por manos de su Madre la Santísima Virgen María. A cambio de esa filial confianza en María, María es la que labora en el alma de su esclavo para darle la forma de Jesucristo, deificándola. María es, en palabras del místico francés: "el molde propio para formar y moldear hombres divinos" ("Tratado", 219), pero este secreto que comparte comporta una condición previa: "...ten presente que no se echa en el molde sino lo que está fundido y líquido; es decir, que es menester fundir y destruir en ti al viejo Adán para que llegues a ser el nuevo en María" ("Tratado", 221).
 
San Luis María Grignion de Montfort, cumpliendo las palabras de San Efrem, hizo de María la "guía y maestra segura de la quietud"; para San Luis María Grignion de Montfort y para todos sus discípulos, María se muestra como "puerta de los misterios divinos y de las revelaciones, fuente de luz".
 
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
 
-"Los corrigiatos de Santa Mónica y San Agustín. Piadosas tradiciones de la Iglesia Católica", Manuel Fernández Espinosa, EL BLOG DE CASSIA.
 
-"Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María", San Luis Grignion de Montfort.
 
-"El secreto de María", San Luis María Grignion de Montfort.
 
-"María. Vida del alma. Itinerario mariano a la Santísima Trinidad", P. Severino M. Ragazzini, O.F.M. (dos tomos).