lunes, 16 de febrero de 2015

CONTRA LAS ESOTERÍAS DE AFICIONADOS


 
 

 
 
LECCIÓN DE ARTE CATÓLICO EXPLICADA PARA DILETANTES
 
Dedicado a Pilar y Estíbaliz, en su cumpleaños.
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
El mundo de las grandes editoriales constituye todo un gran fiasco para quien pretende aproximarse a los enigmas del simbolismo tradicional. Los libros en los que se presume que se hallarán respuestas, no contienen otra cosa que fruslerías. Los "iniciados" han encubierto su acción bajo una montaña de papel que, anunciando el desvelamiento de sus "secretos", no hace otra cosa que ocultarlos en lo profundo bajo medias verdades, embolismos y patrañas. Entre el papelamen malgastado en esta operación de ocultamiento juega un papel principal las novelas: "El Código Da Vinci", de Dan Brown; "La conspiración de los herejes", de Jonathan Rabb o "El apóstol número 13", de Michel Benoît son algunos de los superventas que se nos vienen a las mientes. Pudiéramos decir que antes del éxito mundial de "El Código Da Vinci", en España fue nuestro Juan Eslava Galán el pionero de este género. Siete años antes de lanzar "El Código Da Vinci" (novela de Dan Brown publicada por la editorial Random House en 2003), la editorial Planeta publicaba el año 1996 la novela titulada "La lápida templaria" (y bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox su autor no era otro que Juan Eslava Galán).
 
Si leemos "La lápida templaria" podemos aventurar que Dan Brown no es otra cosa que un epígono. Juan Eslava Galán escribe toda una vertiginosa novela donde se combina la particular interpretación del autor sobre algunos episodios de la historia provincial de Jaén (el autor es de Arjona) con asuntos que, aunque no se identifican, proceden del esoterismo francés: un objeto legendario (aquí la Mesa de Salomón) es buscado afanosamente por varios grupos interesados en poseerlo. Vemos, pues, que poco importa si se trata del Santo Grial o de la Lanza de Longinos, el caso es hacer que un Indiana Jones (a lo español, fumando ducados) busque entre olivos lo que todos tratan de conquistar.
 
Sin embargo, en su conjunto este tipo de enredos literarios, so pretexto de la "licencia poética", presenta algunas clamorosas barbaridades que el lector medio acepta acríticamente por carecer de elementos culturales para localizar los errores o las mixtificaciones que el autor de turno (Eslava Galán, Brown o el que se tercie) cuele a discreción en su narración. Abrimos "La lápida templaria" y, así al albur, nos encontramos con este pasaje.
 
"ALEGORÍA DE ALCALÁ, en casa de los Aranda, finales del XVI: es San Pedro con tiara, Cristo muerto en sus brazos y un ave sobre el hombro: Pedro es el Mesías que habla el lenguaje de las aves, también la madre de Cristo (Piedad)...".
 
No hemos visto la alegoría que refiere Eslava Galán (Nicholas Wilcox), pero la descripción es de suyo sorprendente: ¿San Pedro con tiara sosteniendo en sus brazos a Cristo exánime? ¿San Pedro con tiara con un ave sobre el hombro? ¿San Pedro es el Mesías "que habla el lenguaje de las aves"? ¿San Pedro es la "madre de Cristo" (Piedad)?". Esto suena a galimatías que hay que descifrar para poner las cosas en su sitio.
 
En principio, es cierto que en Alcalá la Real se asentó el linaje de los Aranda, cuya prosapia se remonta al hijodalgo castellano Don Romero (que tenía su morada en las cercanías de Aranda del Duero). Un descendiente de este hidalgo tuvo que venirse a Martos, tras asesinar a otro en las banderías que dividían en discordia a la vecindad de Aranda de Duero y de éste arranca la casa de los Aranda que se establecieron en Alcalá la Real tras su reconquista. En el siglo XVI no es de extrañar que estos hidalgos levantaran casa y la decoraran vistosamente, según los gustos artísticos de la época en la que prevalecían los motivos religiosos.
 
Por eso no es de extrañar que, conforme a la hacienda y nobleza de los Aranda, existiera algún cuadro, relieve o escultura que mostrara, en efecto, a Cristo en brazos del Padre Eterno (y no, como quiere Nicholas Wilcox, de San Pedro): es un asunto muy tratado por los genios pictóricos de la época, así José de Ribera (1591-1652), pinta una Trinidad, aunque Dios Padre no lleva la tiara; Dios Padre sí lleva la tiara en la Trinidad de Doménikos Theotokópoulos (1541-1614). En opinión de Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935), "la inspiración directa para la Trinidad le viene al Greco por otro camino para él menos trillado, pues procede de Alberto Durero". Y no son los únicos autores (Durero, Ribera o El Greco) los que pintan a la Santísima Trinidad así: con Cristo en los brazos del Padre y Espíritu Santo bajo la tradicional forma de Paloma.
 
Suponer que el que sostiene a Cristo en la llamada "alegoría de Alcalá" es San Pedro es tergiversar la historia del arte, distorsionarla por ignorancia o impostura. Así que ni San Pedro es "mesías", ni San Pedro es la "madre de Cristo", ni San Pedro es la "Piedad": Nicholas Wilcox (por no decir Eslava Galán) ha equivocado al Padre Eterno con San Pedro: la tiara no es exclusivamente un elemento del Pontífice, aunque -por supuesto- no podemos pedirle a un anticlerical profesional mayor conocimiento del simbolismo eclesiástico. Pero si la indigencia cultural en lo eclesiástico no se la podemos reprochar a un literato, debiéramos requerirle un poco más de conocimiento de la Historia del Arte.
 
He dejado para el final esa extraña referencia que Eslava Galán hace al "lenguaje de las aves". Dice: "...San Pedro con tiara, Cristo muerto en sus brazos y un ave sobre el hombro; Pedro es el Mesías que habla el lenguaje de las aves".
 
El ave que pinta sobre los hombros de Dios Padre (y, repetimos, no de San Pedro) es el Espíritu Santo. Sin embargo, si en vez de poner "paloma", escribimos "ave" eso nos da pie para entroncar la representación que se interpreta en clave esotérica. La "lengua de los pájaros" es uno de los temas abordados por los mentores póstumos de Eslava Galán. Así nos lo define Fulcanelli: "El lenguaje de los pájaros es un idioma fonético basado únicamente en la asonancia [...] Los raros autores que han hablado de la lengua de los pájaros le atribuyen el primer lugar en el origen de las lenguas. Su antigüedad se remonta a Adán, que lo habría utilizado para imponer, bajo las órdenes de Dios, los nombres apropiados para definir las características de los seres y de las cosas creadas". En otro pasaje nos dice el  mismo Fulcanelli que: "los viejos maestros, en la redacción de sus tratados [alquímicos], utilizaron sobre todo la cábala hermética, a la que aún llamaban lenguaje de los pájaros, de los dioses, gaya ciencia o gay saber". Otra inspiración de Eslava Galán, Gérard de Sède, creyó encontrar la solución del enigma del "lenguaje de los pájaros" en Aas, pueblo enclavado en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos, cerca de Eaux-Bonnes, donde -según Sède- vivían los últimos "silurs": "Los silurs son pastores montañeses que practican la lengua de las aves en su forma original: se comunican entre sí por medio de silbidos modulados". El autor francés también constata la presencia de "silurs" en la Gomera (Canarias) y habla sobre un coloquio internacional, auspiciado por la UNESCO cuando corría el año 1959, para tratar el asunto de esta comunicación por sonogramas. En la tradición de los trovadores occitanos (infectados de catarismo), el "lenguaje de los pájaros" era un lenguaje oculto, el llamado también "Trobar clus".
 
Vemos, por lo tanto, el paradero al que conducen todas las especulaciones y delirios esoteristas: se confunde a Dios Padre con San Pedro, se habla de un ave para soslayar al Espíritu Santo y se da pie para aludir a lenguajes ocultos, cabalísticos y demás esoterías, tan del gusto de estos hombres que, por si fuese poco, después son capaces de escribir libros para explicarnos el catolicismo: "El catolicismo explicado a las ovejas" es uno de los libros de Juan Eslava Galán.
 
Y en este título concedámosle que acierta, pues solo una oveja puede creerse el catolicismo que le explique alguien que no sabe distinguir en una representación artística a San Pedro del Padre Eterno.


BIBLIOGRAFÍA:

Juan Eslava Galán, "La lápida templaria".

Francisco Toro Ceballos, "El discurso genealógico de Sancho de Aranda"/Pedro A. Porras Arboledas, "La nobleza de la ciudad de Alcalá la Real: Los Aranda, Señores de Jarafe (Siglos XV-XVI)", Centro de Estudios Históricos "Carmen Juan Lovera", AMAR Archivo Municipal de Alcalá la Real, Alcalá la Real, 1993.

Manuel Bartolomé Cossío, "El Greco", Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1965.

Fulcanelli, "Las moradas filosofales", Plaza y Janés, Barcelona, 1971.

Jean Blum, "Misterio y mensaje de los cátaros", Edaf, Madrid, 1995.

Gérard de Sède, "El misterio gótico", Plaza y Janés, Barcelona, 1985.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.