¡Oh, Admirable Sacramento
De la gloria dulce prenda,
Por los siglos de los siglos,
Tu nombre alabado sea.
Y la Pura Concepción
Del Ave de gracia llena,
Sin Pecado Original
Por siempre alabada sea.
(Oración manuscrita, del siglo XVIII)
LA SOCIEDAD "SECRETA" DE LOS CONCEPCIONISTAS
Manuel Fernández Espinosa
Puede encontrarse aquí y allá menciones esporádicas y aisladas de una supuesta sociedad secreta española que, bajo el nombre de los "Concepcionistas", actuó durante el siglo XIX formando en las filas de lo que llamaríamos los "apostólicos" (que constituirían una de las facciones ideológicas partidarias de D. Carlos María Isidro de Borbón). Sin embargo, poco más se dice de estos "Concepcionistas". En otro artículo mío he apuntado que su constitución como sociedad se remonta al siglo XVI. En mi archivo personal conservo, por herencia, algunos manuscritos que pueden arrojar luz sobre este asunto.
Para comprender la actividad de esta asociación hay que tener en cuenta que, ni siquiera en los mejores tiempos, la Santa Inquisición pudo extirpar la herejía, el criptomahometanismo y el criptojudaísmo; de suerte que no son pocos los casos que pueden registrarse durante los siglo XVI, XVII y XVIII de atentados cometidos por grupos de falsos conversos y herejes en España, lo cual podría asombrar a quienes se figuran que España vivió en una especie de totalitarismo católico bajo la vigilancia de la Inquisición: nada más lejos de la realidad a la luz de la virulencia que las profanaciones y sacrilegios alcanzaron en aquellos tiempos, por más que la Santa Inquisición los sofocase con el brazo secular.
Es cierto que el Santo Oficio rindió un enorme servicio en la guardia de la ortodoxia católica de nuestra Monarquía española, pero el enemigo estaba dentro: se había bautizado por conveniencias y actuaba con alevosía y nocturnidad. Así fue como, por ejemplo, el jueves santo del año 1640 un desalmado sin identificar colocó a las puertas del Cabildo de Granada unos pasquines injuriosos contra la Pureza de María Santísima. Estos pasquines provocaron la reacción del clero, de la nobleza y del piadoso pueblo cristiano que sintió como un agravio propio las injurias de aquellos papeles anónimos. Y fue ese mismo pueblo el que exigió a la Santa Inquisición que interviniera, identificara y castigara severamente al atrevido provocador.
Las noticias cundían y en muchas ciudades y villas se hicieron públicos desagravios a la Inmaculada Concepción de María por este ultraje cometido en Granada. Una de esas villas fue la de Martos, como bien documentó nuestro inolvidable maestro Fray Alejandro Recio Veganzones O.F.M. con su artículo "Certamen poético celebrado en defensa y desagravio de la Pureza Inmaculada de María, en la ciudad de Martos en el año 1640". Pero el caso de Granada no era un caso aislado. Por esos años, la controversia sobre la Purísima Concepción era uno de los asuntos que suscitaba las más fogosas polémicas. Cuando en España llegó la noticia de que en Roma se prohibía por las autoridades eclesiásticas que se imprimiesen las expresiones de "Inmaculada Concepción" en cualquier impreso, el Rey de España intervino, con el apoyo de la inmensa mayoría de sus regnícolas, logrando que Alejandro X levantara la prohibición susodicha; en ello tuvo un gran papel el Arzobispo de Toledo, D. Baltasar de Moscoso y la embajada española capitaneada por el franciscano Fray Francisco de Guerra.
La Monarquía española seguía fiel a su tradición que, desde el XI Concilio de Toledo con el rey visigodo Wamba, venía defendiendo en España la Purísima Concepción de María. Nuestros reyes habían sido grandes paladines de esta verdad: Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, Carlos I de España, Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II... (Hasta un "ilustrado" como Carlos III) fueron muy devotos de esta advocación, haciendo suyo el imperativo de defender la Pureza Original de María.
En la segunda mitad del siglo XVII, la controversia teológica fue toda una batalla en el catolicismo: los más denodados defensores de la Purísima fueron los franciscanos y en el seno de la Orden Tercera franciscana es donde cabe hallar el foco de los que serían conocidos como "Concepcionistas": grupos de devotos que se juramentaban a defender celosamente con sus propias vidas el honor de la Inmaculada Concepción de María. Fue en esos tiempos (aunque el saludo viene de tiempos inmemoriales) cuando se generalizó en España el saludo tradicional:
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
En algunas poblaciones los "Concepcionistas" habían formado sus propias cofradías públicas, por lo que es demasiado pretencioso denominarle "sociedad secreta" a esta red que cubría prácticamente toda España. Pero lo que sí pudo mover a calificar como "sociedad secreta" a una organización como ésta fue la labor que sus miembros realizaban como "familiares" del Santo Oficio de la Inquisición. Tras la abolición de la Suprema perseveraron en defender, fieles a su juramento, la Inmaculada Concepción de María Santísima y pugnaron por restaurar la Santa Inquisición para impedir los agravios a la Purísima Concepción. Es comprensible que, tras la proclamación del dogma, los "Concepcionistas" se disolvieran.
El 8 de diciembre de 1854, con la "Ineffabilis Deus", la Inmaculada Concepción de María fue proclamada como dogma. España fue su más acérrima defensora.
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