lunes, 30 de marzo de 2015

COMTEMPORÁNEOS DE CRISTO

 
 
 
"VIAJEROS" SIN TIEMPO 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Miremos este cuadro con atención. La figura central, como no podía ser menos, es Jesucristo, rodeado de una muchedumbre que lo despoja de su túnica inconsútil, mientras le prepara la Cruz. Si algo llama la atención es el caballero que está a su diestra: su mirada no va dirigida a Jesucristo, sino que nos mira a nosotros. Será el donante, podemos conjeturar sin necesidad de ser especialistas en historia del arte: bien puede ser. Pero lo que nos embarga es que este caballero, con armadura y golilla, no está caracterizado como un centurión ni como un legionario romano de la época en que Jesucristo fue crucificado. Es un hombre del mismo siglo del pintor, para que no quepa duda lleva hasta golilla, prenda de vestir muy propia de los siglos XVI y XVII.
 
No es cosa exclusivamente de El Greco, pero sí revela toda una actitud. Algunos podrían calificar este elemento como un elemento "anti-historicista", que se salta la presunta norma de ser realistas, que rompe la fidelidad a la época, que se muestra olímpicamente indiferente al atrezzo de los personajes representados; pero es difícil, imposible, que se pueda ser contrario al historicismo, que estaba por inventar. Tampoco cabe achacarlo a descuido del pintor: aunque en los años de Doménikos Theotokópoulos la arqueología no hubiera avanzado tanto como lo hizo después, habría que pensar que el pintor es un ingenuo para vestir a sus personajes como contemporáneos suyos: además, los otros personajes sí visten como judíos y romanos de la época de Cristo. El hecho es que, ante este cuadro de "El expolio", al igual que frente a otros cuadros del mismo autor o de autores más antiguos y posteriores, una cosa salta a la vista: algunos personajes de la escena pictórica parece que se han colado de matute. Es como si, a través de un viaje en el tiempo, hombres del XVI se hubieran traspuesto al momento de la crucifixión, apareciendo con su propio vestuario, con sus corazas, sus golillas, en el mismo Gólgota. Dan la sensación de ser intrusos "venidos" del futuro al Calvario en que sucede el expolio y la crucifixión. Con rigor historicista dijéramos que se trata de anacronismos que resaltan para unos ojos perspicaces. El caballero de armadura no es el único, incluso adivinamos en el gentío a un fraile dominico.
 
¿Pero son anacronismos? ¿Es que se les puede reprochar a estos geniales artistas del siglo de oro ser unos desinformados históricos?
 
Sabemos que la Misa es el sacrificio incruento del Calvario. En la pintura, la escena de la historia sagrada no es de ayer: los hombres de hoy también están allí que es un AQUÍ Y AHORA total. Como Ana Catalina Emmerick que vivía en el siglo XIX, pero místicamente andaba mezclada entre los discípulos del Señor, entre sus condenadores y sus verdugos. La pintura se convierte en oración imaginativa, tal y como mandaba San Ignacio en sus Ejercicios: composición de lugar.
 
Los corsés del tiempo quedan vencidos.
 
 
 
 


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