lunes, 20 de abril de 2015

EL DIABLO BAJO FORMA DE NUBE DE HUMO

Nicolai Alexandrovich Motovilov

 
DOS TESTIMONIOS, 
UNA EXPERIENCIA SIMILAR


Manuel Fernández Espinosa


Nikolai Alexandrovich Motovilov (1809-1879) fue el primer hagiógrafo de San Serafín de Sarov (1759-1833). Es un personaje casi desconocido en España, pero sobradamente conocido en el mundo ortodoxo ruso. En la vida de Motovilov se registra una experiencia horrenda que confesó haber vivido.
 
En una estación de correo en la carretera de Kursk, Motovilov se vio obligado una noche a pernoctar. Motovilov hojeaba unos escritos para la biografía de Santo Mitrofán de Vorónezh (1623-1703)  que daban testimonio del exorcismo que hubo de practicarse, ante el relicario de San Mitrofán de Vorónezh, a una joven noble, de nombre Eropkina. Motovilov se preguntaba cómo podía ser que una cristiana hubiera podido ser poseída y se le ocurrió pensar algo que expresó más o menos así: "Quisiera ver cómo se atrevería el diablo a morar en mí, siendo así que acudo tan frecuentemente al Sacramento de la Santa Comunión".
 
Lo que describe después de esa ocurrencia es espantoso. En ese mismo instante -escribe Motolivov- una nube terrible, fría, hedionda, le rodeó y la nube comenzó a penetrar en él entrando por sus labios. A partir de ese día y, durante un tiempo, Motovilov sufrió una serie de tormentos que él describe como: 1) El fuego que no ilumina y no se extingue; 2) El fuego "que no sólo no me quemaba", pero ni siquiera podía calentar. 3) El gusano de la gehenna que no duerme.
 
El teólogo ruso Pável Florenski (1882-1937) cuenta con lujo de detalles* estas experiencias que, bajo ningún concepto pueden atribuirse a experiencias subjetivas de quien las narró, puesto que Motovilov acudió al arzobispo Antonio que fue el que lo atendió durante el tiempo en que sufrió estos tormentos. Tanto el arzobispo Antonio como los monjes que cuidaron de Motovilov durante esos días podían percibir con sus propios ojos y narices efectos sensibles de esta posesión: hollín visible y olores de una fetidez preternatural. Pero, no es ahora el caso de detenernos en esas consideraciones que Florenski comenta, retengamos más bien lo de la "nube terrible, fría, hedionda" que rodeó a Motovilov aquella noche en los aposentos de la estación de correo donde le poseyó el diablo.
 
La experiencia narrada por Motovilov es muy semejante a la que confesó haber vivido el escritor brasileño Paulo Coelho (nacido el año 1947). Mucho antes de alcanzar la fama mundial con sus novelas, Paulo Coelho probó suerte en muchos campos profesionales, como la música, y él mismo confiesa que se internó en el mundo del satanismo. Coelho contó al periodista español Juan Arias* una experiencia que él remonta a 1974. Así se lo contó a Juan Arias:
 
"Un día, antes de ser encarcelado -tengo teléfonos de testigos a quienes puedes preguntar-, estaba en mi casa y de repente todo empezó a ponerse negro. Aquel día tenía algo concreto que hacer, que ahora no recuerdo [...] y yo me dije: "Tiene que ser el efecto de alguna droga especial del pasado", pero ya las había dejado, era en 1974. Por entonces estaba un poco en la cocaína, pero no tomaba ya psicotrópicos".
 
Y sigue contando Coelho que aquello negro fue tomando la estancia en la que se encontraba: "Era un negro muy concreto, físico, visible. No era mi imaginación, era algo tangible. Mi primera impresión fue la de que me moría". Ante la insistencia de su entrevistador, da más señales: "eso" negro que decía haber visto, "se podía ver, porque no ocupaba todo el espacio, sino una parte. Es como si de repente esta vela empezara a echar humo y ese humo empezara a invadir la casa, un humo negrísimo que se iba concentrando y que por momentos no te dejaba ver casi nada, pero que sobre todo te producía pánico".
 
Además del fenómeno visible del "humo negro", Coelho refiere que acompañaban a éste en su formación "una serie de ruidos que no sabría describirte". Coelho atribuyó aquello a sus prácticas satanistas, pues se hallaba vinculado a un grupo ocultista. "Ahora no recuerdo si llamé a una persona del grupo o una persona del grupo me llamó a mí, creo que me llamó ella y me dijo que le estaba pasando lo mismo que a mí. Y entonces entendí que se trataba de algo real, no de una alucinación. Además, aquella persona era la que sabía más de la secta." El fenómeno no solo lo experimentó Coelho, los miembros del grupo tuvieron la misma experiencia. Y Coelho concluyó:
 
"Yo sentía la presencia del Mal como algo visible y tangible. Es como si el Mal me dijera: "Me habéis invocado, aquí estoy"."
 
Después de aquello, Coelho tomó una Biblia y determinó acabar de una vez por todas con sus relaciones con el grupo satanista. Y dice que, después de decirse: "Se acabó con esta secta para siempre", todo aquel humo, ruidos y sensaciones se desvanecieron.
 
Son dos experiencias de dos personas muy distintas: un creyente ortodoxo y un practicante del satanismo. En distintos lugares: uno en Rusia y el otro en Brasil. En distinto siglo: uno en el siglo XIX y otro en el XX. Pero ambos cuentan asombrosamente parecidas sensaciones: humo negro, unido a otras sensaciones preternaturales (en Motovilov prevalecen las olfativas calificadas como pestíferas y en Coelho, las auditivas: ruidos).
 
El de Motovilov y el de Coelho son dos testimonios suficientes como para hacernos pensar que el diablo es algo más que una metáfora o un complejo psico-sociológico, como algunos quisieran hacernos creer.
 
 
Foto de Manolo Fernández.
El escritor brasileño Paulo Coelho
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Florenski, Pavel, "La columna y el fundamento de la verdad", Ediciones Sígueme, Salamanca, 2010.
 
Arias, Juan, "Paulo Coelho: las confesiones de un peregrino", Editorial Planeta, Barcelona, 1999.  
 
 
 

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