miércoles, 8 de abril de 2015

LAS FIGURAS DEL DIABLO: EL CAMELLO

Jacques Cazotte, The National Gallery


ENTRE LA DEMONOLOGÍA, LOS BESTIARIOS, LA CRIPTOZOOLOGÍA



Manuel Fernández Espinosa


Según el National Geographic los "Los camellos no pudieron estar en la Biblia", a la luz de "Un estudio de dos arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv demuestra que los camellos no fueron domesticados en el Mediterráneo oriental hasta el siglo X a.C., varios siglos después de lo descrito en la Biblia". Sin embargo, Frederick E. Zeuner señala en su libro "A History of Domesticated Animals" (Nueva York, 1963) que existen evidencias arqueológicas de todo lo contrario a esta reciente conclusión de los arqueólogos israelíes. En Egipto, Palestina y Mesopotamia -expone Zeuner- hay esculturas antiquísimas en las que se podían ver camellos cargados y hasta se da cuenta de un cilindro mesopotámico que presenta a un hombre montado sobre un camello, lo que demuestra que desde tiempos muy primitivos el camello había sido domesticado y, por lo tanto, su presencia en la Biblia no supone ninguna escandalosa contradicción ni anacronismo sospechoso, como insinúa National Geographic que a veces se pone de un pesado insoportable con las cuestiones bíblicas.

Sin embargo, este tema es algo que escapa a nuestra competencia; e incluso está lejos de nuestro interés el terciar en esta polémica marginal que tendrán que dirimir aquellos que estén tan afanados en demostrar las contradicciones bíblicas con sus ineptos métodos cientificistas. En Didaskalion Hispano la historia y la geografía nos importan, ante todo, en su condición simbólica. Es por ello que dejamos a los departamentos de zoología e historia estas controversias que solo pueden interesar al hombre contemporáneo que ha perdido su ligazón con lo simbólico intemporal.

El hecho es que el camello es considerado como animal impuro en el Levítico 11, 4: "El camello, que rumia, pero no tiene partida la pezuña, será inmundo para vosotros". Y el camello también es mencionado en el Nuevo Testamento. Recordemos que San Juan Bautista se viste (y representa iconográficamente) con una piel de camello. Y el mismo Jesucristo Señor Nuestro emplea con maravillosa plasticidad la imagen del camello; así en el famosísimo camello que pasará con más facilidad que un rico por el ojo de una aguja y aquel otro camello, menos citado, que al decir del Divino Maestro es el camello que se tragan aquellos fariseos y escribas (maestros ciegos), mientras cuelan el mosquito (Mateo 19, 24 y 23, 24).

No obstante, es menos frecuente a la mentalidad moderna la relación simbólica existente entre el camello y el diablo. Esta relación es muy antigua y pudiéramos remontarnos a ciertos pasajes del Zend Avesta zoroástrico, en el ámbito extra-bíblico. Tal vez de ahí tomaran los judíos kabalísticos (aunque hemos visto más arriba que ya lo tenían en el Levítico) al camello como figura diabólica, incorporándolo por ejemplo a su "Zohar", en donde se dice que la famosa "serpiente antigua" del Paraíso que tentó a nuestros primeros padres era un "camello volador".

En el ámbito cristiano son muy aisladas las referencias a este simbolismo del camello como animal demoníaco, pero también existen. Jacques Cazotte (1719-1792) presentó al diablo de su novela "El diablo enamorado" (1772) bajo el aspecto de camello: "Un chorro de luz más deslumbrante que la del sol se derramó por aquella abertura. Y una cabeza de camello, horrible tanto por su tamaño como por su forma, apareció en la ventana. Tenía, sobre todo, unas desmesuradas orejas. El espantoso fantasma abrió las fauces y, en un tono adecuado al resto de la aparición, me respondió: Che vuoi? (en italiano: ¿Qué quieres?)". Charles Baudelaire reflexionó sobre este particular en su escrito "El camello de Cazotte: camello, diablo y mujer". Cazotte, iniciado en la orden martinista que estudiaba la cábala, podía estar familiarizado con el "Zohar" tanto como para extraer de ahí esta desusada idea del demonio bajo figura de camello.

Pero con anterioridad a Cazotte, en el ámbito católico el símbolo diabólico del camello persiste, aunque con algunas variantes. El caso más significativo nos lo proporciona el científico portugués Cristóbal Acosta (1515-1594), por sobrenombre "Africano" (parece que nació en Tánger); Cristóbal Acosta fue viajero, extraordinario científico (botánico, zoólogo, farmacéutico y médico) que, al cabo de sus días, tras la muerte de su esposa, se retiró a la vida eremítica. En uno de sus libros, de temática ascética, titulado "Tratado en contra y pro de la vida solitaria" (1), dedicado a Felipe II, podemos leer que recomienda al religioso que:

"Viva [el religioso] en ella [en su religión, entiéndase que en su instituto religioso], como Dios manda y sacará de su obediencia grandísima paz, provecho, y seguridad, y no ira, a las uñas, y dientes, del feroz Demonio, más espantable, y cruel, que el Diabólico animal de Asia, llamado "Leucrocuta", el cual monstruo hace ventaja a todas las otras fieras en braveza, y velocidad, es del tamaño de un asno, tiene las ancas, como ciervo, el pecho, brazos, y piernas de león, la cabeza de camello, las uñas partidas, y la feroz boca, abierta hasta las orejas, y en lugar de dientes, un agudo y continuado hueso, imita al hombre en el ruido de la voz, es animal diabólico, sagaz, artero, y falsísimo. Y muy semejante al diablo, de cuyo poder procura tú, religioso, escapar tu alma, y no la quites a Dios que la crió para sí, y espera por ella, para la regalar, y en su lugar, no la entregues, al enemigo, que la ha de tragar, y despedazar".

Como podemos suponer el "Leucrocuta" podría figurar en los bestiarios medievales. Con el nombre de "leucrota" había sido catalogado mucho antes por Plinio el Viejo en la "Naturalis Historia".  Hoy sería denominado "críptido" por la "criptozoología", pero -al margen de esta consideración- lo que quiero indicar es la caracterización que Acosta hace del "leocrocuta", pintándonoslo con cabeza de camello y subrayando varias veces su carácter diabólico.

El "Diccionario universal latino-español" de Manuel de Valbuena y Blanco (muerto en Madrid en 1821) todavía menciona en el año 1793 al "leucrocuta" como "fiera dañosísima de la India, y la más veloz de todas".

Nuestras consideraciones tal vez puedan arrojar alguna luz a la interpretación de las representaciones del camello en el arte sagrado, como -pongo por caso- el capitel del Monasterio de Santa María de Retuerta (ver enlace) en Sardón de Duero (Valladolid).


 

(1) El título original de la obra de Cristóbal Acosta Africano es, tal y como era sólito en su época, más largo, siendo éste que sigue el completo: "Tratado en contra y pro de la vida solitaria, con otros dos tratados: uno de la Religión, y Religioso. Otro contra los hombres que mal viven, llenos de mucha doctrina y ejemplo" (año 1592), de Cristóbal Acosta Africano. La cita extraída de este libro para este artículo la he transcrito en castellano actual, omitiendo las particularidades de la grafía original, para mejor lección.

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