lunes, 27 de abril de 2015

ISABEL LA CATÓLICA, LA REINA JOÁNICA



PARA LA COMPRENSIÓN DE LOS SÍMBOLOS DE ESPAÑA

Manuel Fernández Espinosa



El régimen de Franco asumió como suyos una serie de símbolos que se vieron plasmados en monumentos, placas y otros elementos de la edilicia que se erigió durante las décadas franquistas. Estos símbolos, hoy tan denostados y tachados como franquistas, no son -en cambio- de origen franquista, ni siquiera fue Francisco Franco el que los propuso en su origen. La mayor parte de estos símbolos se los apropió el franquismo, trayéndolos de muy remotas épocas: los Reyes Católicos y el Imperio de los Habsburgo.
 
Por ejemplo, el Yugo y las Flechas (adoptado por la Falange, a instancias de Juan Aparicio López) fue sugerido indirectamente por un profesor krausista, D. Fernando de los Ríos, profesor de la Universidad de Granada, que en una de sus lecciones dibujó un ramillete de flechas entroncadas con un yugo y dijo: "Si algún día hubiese un fascismo español, éste podría ser el emblema". En aquella clase se hallaba Juan Aparicio López que tomó nota y que lo propuso a Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, que lo adoptaron para las J.O.N.S. (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Más tarde, en plena contienda, con el Decreto de Unificación de 1938, se estableció que el Yugo y las Flechas sería el emblema del Partido Único: Falange Española Tradicionalista de las JONS. El símbolo provenía de los Reyes Católicos, a quienes se lo propuso Antonio de Nebrija como empresa alegórica que figuraba las iniciales de Isabel, en la "Y" de yugo y la "F" (de flechas) de Fernando.
 
Antonio Medrano, estudioso de la simbología tradicional, indica, no obstante, que: "Empero el mensaje que nos transmiten las flechas y el yugo de la Falange no queda aquí. Hay en este emblema significados todavía mucho más profundos y más ricos, que son justamente aquellos en los que se esconden, con una silenciosa elocuencia, las potencialidades más altas del movimiento falangista".
 
Sin embargo, Fernando de Aragón tuvo otros emblemas como el yunque y el martillo. Juan de Horozco y Covarrubias (1540-1608) nos lo revela: "El rey católico usó un tiempo una empresa de la yunque y del martillo, y de ella no hay mucha memoria, ni aún tan propia a tan gran Príncipe, aunque añaden que le fue más propia la divisa del yugo y las flechas acompañadas del lema "Tanto monta"." ("Emblemas morales", Segovia, 1591). A ese símbolo del yunque y el martillo, le adjuntaba Fernando el lema: "Tempori cede" y el epigrama: "Malleus iste, vides, dura quem incude gerebat/Ferdinandus bonos gloriaque Hesperiae" (El yunque y el martillo atento mira/Divisa sabida que aún el mundo admira/De Fernando, aquel rey esclarecido que católico a España ha ennoblecido), según diera cuenta Juan de Solórzano y Pereyra (1575-1655) en su "Emblemata centum, regio-politica", Madrid, 1653.
 
En cuanto al lema más célebre ("Tanto monta") que ostentaron los Reyes Católicos, nos advierte Tarsicio de Azcona que su sentido es muy otro al que vulgarmente se ha asumido: "...el "Tanto monta..." sería expresión y símbolo de la armonía reinante entre ambos soberanos y síntesis de la solidaridad con que cada uno podía gobernar en sus reinos y en los de su consorte. Sin embargo, el sentido del lema es bien distinto. Fue una divisa personal de Fernando, unida a un nudo, lazo o maraña que, siendo difícil desatar, resulta más fácil cortarlo de un tajo". Se trataba, por lo tanto, de un emblema que cifraba la política pragmática de Fernando, al que tanto admiraba Maquiavelo, hasta tal punto de ser inspiración del pensador italiano. Es decir, bajo el vulgar significado que se le suele dar: "Tanto monta, monta tanto/Isabel como Fernando", el "Tanto monta..." con el nudo gordiano (que remite a un episodio de Alejandro Magno), el "tanto monta" -digo- vendría a significar: "lo mismo da": si no se puede desatar el nudo, se lo corta drásticamente.
 
Sin embargo, el símbolo que más polémicas ha desatado, el más proscrito e incomprendido ha sido el del Águila de San Juan que, durante el franquismo, no fue el símbolo sólo de una formación política, sino que ocupó un puesto de honor en la Bandera y el Escudo de España, por lo que su proyección era mundial, símbolo recobrado de la nación española. Con la transición democrática, el Águila de San Juan fue retirado de la emblemática nacional y relegado a símbolo franquista: en la labor propagandística de desinformación se llegó a hablar de banderas "anticonstitucionales" cuando se hablaba de las banderas rojigualdas que llevaban el escudo nacional con el Águila (que con plebeyez propia de la intoxicación propagandística se le llamó el "pollo" de los fachas).
 
Sin embargo, el Águila ha sido tradicionalmente y es, como bien sabemos, el animal que en el Tetramorfos corresponde al Evangelista San Juan, llamado también "Águila de Patmos" por la altura de su estilo evangélico y sus visiones apocalípticas. El mérito de la incorporación del Águila de San Juan a la simbólica de los Reyes Católicos -de donde la tomó el franquismo- corresponde a Isabel la Católica. Ya aparece en un sello de 15 de mayo de 1473 como soporte del cuartelado de Castilla y León. La Reina Isabel adoptó el Águila como empresa heráldica desde que era Princesa de Asturias, apareciendo en la numismática de los Reyes y haciéndose acompañar por el Salmo 16, 8: "sub umbra alarum tuarum protege nos": "escóndeme bajo la sombra de tus alas" (que completo se lee en español: "Guárdame como la niña de tus ojos,/escóndeme bajo la sombra de tus alas") y en algunos documentos sigilográficos, este águila porta un nimbo con la inscripción: "San Juan".
 
La devoción que Isabel la Católica profesó a San Juan Evangelista es bien conocida. En su mismo testamento del 12 de octubre de 1504, la reina dicta en los prolegómenos: "con todos los otros apóstoles señaladamente del muy bienaventurado sanct Juan Evangelista [...], al qual sancto apóstol e evangelista yo tengo por mi abogado speçial en esta presente vida e asi lo espero tener en la hora de mi muerte en aquel muy terrible juizio e estrecha examinaçion, e más terrible contra los poderosos, quando mi anima sera presentada ante la silla e trono real del Juez Soberano".
 
Juan II se llamaba el padre de Isabel y con el nombre de Juan bautizó a su hijo que nació en Sevilla el 30 de junio de 1478 y, apunta Tarsicio de Azcona: "Al Príncipe le llamaron Juan, por el nombre de los dos abuelos, materno y paterno, y porque coincidía con la octava de san Juan Bautista, aunque no era éste el Juan que estimulaba la devoción de la Reina, sino el Evangelista, el discípulo amado de Cristo".
 
En el nacimiento de Juan, el hijo de Isabel, vio el cronista Pulgar señales providenciales, pudiendo escribirle a Rodrigo de Talavera:
 
"Ved el evangelio que se reza el día de sant Juan. Cosa es tan trasladada que no paresce sino molde el un nacimiento del otro: la otra Ysabel, esta otra Isabel; el otro en estos días, éste en estos mismos días; y tambien que se gozaron los vecinos e parientes, y que fue terror a los de las montañas".
 
Pero, insistamos, aunque se pudieron establecer esos paralelismos entre Juan Bautista, cuya madre fue Santa Isabel y Juan, el hijo de nuestra Isabel la Católica, Isabel concedía su mayor devoción a San Juan Evangelista, del que tomó el Águila para su escudo. El Águila (símbolo joánico del Tetramorfos) también es el alado Espíritu Santo de Dios del salmo veterotestamentario: "Escóndeme bajo la sombra de tus alas".
 
Las empresas militares de los Reyes Católicos fueron puestas siempre bajo la protección de Dios, impetrando la intercesión del visionario evangelista de Patmos, aquel a quien le fue dado ver la Jerusalén Celestial. Y aquí también es oportuno decir que este asunto no dejaba de guardar su relación con la misión africanista que Isabel la Católica tanto guardó y entregó en tradición a sus descendientes: Sebastián de Portugal se mantendría fiel a esa vocación de conquistar África, perdiendo su vida en Alcazarquivir. La empresa de conquista de África sobre la que tanto insistió Isabel era una empresa que contemplaba la cooperación entre Portugal y España y la finalidad última era la conquista de los Santos Lugares, misión que le correspondía a España, inspirada y confiada en las profecías que durante aquel tiempo corrían por la Europa cristiana.
 
Cristóbal de San Antonio podía escribir en "Triunphus Christi contra infideles" (Salamanca, 1521):
 
"Primum est quod, ante adventum Christi, bello capient christiani Hierusalem et ibi habitabunt... Immo: principales in conquiriendo tunc ibi Hierusalem, erunt hispani ut potest colligi Abdiae I".
 
("Cómo prologo de la segunda venida de Cristo, los cristianos se adueñarán de Jerusalén y allí se establecerán... Pero los más activos y entusiastas en la conquista de Jerusalén serán los españoles, como se deduce del libro del Profeta Abdías").
 
Este pasaje es solo una muestra de la multitud de autores exegéticos y textos de diverso género eclesiástico que se fundaba sobre la exégesis del profeta Abdías, a quien se le podía leer: "los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad, ocuparán las ciudades del Sur y subirán salvadores al Monte Sión".
 
También Antonio de Oncala, canónigo de Ávila, decía en su "Pentaplon Christianae Pietatis" (Alcalá de Henares, 1546) que los españoles derrocarían la tiranía mahometana que sometía Tierra Santa: "la entrega de Jerusalén será hecha a Sefarad que, para los sabios judios, es España. Este dominio de España sobre Jerusalén ¿qué otra cosa podría significar sino la vuelta al Reino de Cristo de aquella tierra regada con el esfuerzo del Apóstol Santiago? Pues que Abdías dice: "Dominarán al África los pueblos que están al Norte". ¿Quiénes son éstos sino los españoles?".
 
Estamos, por lo tanto, ante una interpretación exegética de lo que serán los últimos tiempos relatados por San Juan (hermano de Santiago Apóstol, Patrón de las Españas) en el Apocalipsis. El significado heráldico del Águila, como símbolo protector divino de la Reina Católica y de su amada España, adquiere otro simbolismo: el apocalíptico, que nos remite a los últimos tiempos, a la lucha de los cristianos contra el Anticristo y al triunfo final de Cristo Rey y Señor Nuestro. Y a España le estaba reservada, como bien supo ver nuestra Madre Isabel, un grandioso papel en estos acontecimientos profetizados.
 
Retirar el Águila de San Juan de nuestra emblemática nacional es renunciar a esta vocación. Es decir, se trata de una traición colosal a nuestro destino histórico.
 
 

BIBLIOGRAFÍA:

 
González Sánchez, Vidal, "Isabel la Católica y su fama de santidad. ¿Mito o realidad?", Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 1999.
 
Azcona, Tarsicio de, "Isabel la Católica. Vida y reinado", La Esfera de los Libros, Madrid, 2004.
 
Medrano, Antonio, "Le joug et les flèches", artículo publicado en la revista francesa "Totalité pour la Revolution Culturelle Européenne", número 13, dedicado a "La Phalange Espagnole: une voie solaire", París, 1981. Hemos traducido la cita de Medrano del francés original: "Mais le message que nous transmettent les flèches et le joug de la Phalange ne s'arrête pas ici. Il y a dans cet emblème des significations encore bien plus profondes et riches, qui sont justement celles dans lesquelles se cachent, avec una silencieuse éloquence, les plus hautes potentialités du mouvement phalangiste".

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